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Olvide Grecia, Irán impulsará el mercado

  • La emergencia de nuevos países comerciables acciona los mercados

Dos acuerdos con resultados dispares. En Bruselas, tras varios días pendientes de un hilo, la UE y el Gobierno de Alexis Tsipras han llegado por fin a un acuerdo que, aunque mantendrá a Grecia en el euro, la condena a una depresión permanente. Mientras, en Viena se llegaba a otro acuerdo sobre el programa nuclear de Irán que debería allanar el camino para la retirada de sanciones, e incluso podría ser el catalizador de su reincorporación al club de naciones comerciales.

De los dos, el acuerdo de Irán importa mucho más para los inversores. Y es que, con todo lo que se ha oído hablar sobre monedas, políticas fiscales y reducciones de impuestos, la emergencia de nuevos países comerciables es lo que acciona los mercados.

Irán tiene el potencial de convertirse en una economía importante, al contrario que Grecia, y eso importa mucho más a largo plazo. Grecia sigue atrapada en una relación disfuncional con el resto de Europa. Como en un matrimonio mal avenido, nadie parece saber cómo lograr que su economía funcione dentro de la moneda única y ninguna de las partes tiene el valor de irse.

En realidad, el país seguirá forcejeando varios años y sobrevivirá gracias a los donativos de Bruselas y Berlín, mientras su economía se hunde cada vez más en la desesperanza. Después del drama de las últimas semanas es improbable que los mercados globales presten demasiada atención. Tantos avisos del inminente Grexit han ido y venido que ya nadie les va a hacer caso.

Irán importa mucho más

El acuerdo alcanzado en Viena todavía tiene algún obstáculo. Está por ver si el país acata el compromiso que ha suscrito o recae en su beligerancia habitual. Incluso en ese caso, marca un punto en que el país parece dispuesto a reincorporarse al resto del mundo. Hace 35 años, cuando se derrocó al sha, Irán pareció querer retirarse en el aislamiento y convertirse en un Estado paria, alejado del resto del mundo.

Ahora parece embarcarse en otro camino y restablece los lazos con el exterior. De ellos, los más importantes serán los del comercio y la inversión. Los bancos y asesores de inversión ya señalan las ventajas. "En términos de potencial de crecimiento, el gigante dormido de la región se despierta", asegura Ramin Rabi, consejero delegado de Turquoise Partners. "Con una población joven y sofisticada, una economía rica en recursos naturales y diversificada, Irán ha sido siempre un mercado con grandes oportunidades esperando una apertura". "Es como Turquía, pero con el 9% de las reservas de petróleo del mundo", explicaba Charles Robertson, del banco de inversiones Renaissance Capital, en una nota sobre el país hace un año.

Estas palabras tienen más sustancia de la que casi cualquier inversor internacional se puede imaginar. Cuando derrocaron al sha, Irán era una economía pro-occidental en rápido desarrollo. En las tres décadas transcurridas desde entonces ha perdido mucho terreno. Los tigres económicos del este asiático, como Taiwán o Corea del Sur, que estaban a la par con Irán en los años setenta, le han cogido mucha ventaja.

En su propia región se ha visto superado por los mini Estados del Golfo, como Dubái y Qatar. Hasta la ultra reaccionaria Arabia Saudí ha progresado más con la apertura a regañadientes de su mercado bursátil al capital extranjero. Irán ha permanecido inmóvil casi todo ese tiempo. A pesar de ello, no ha cambiado ninguno de sus elementos básicos, que siguen siendo tan sólidos como antes.

Un vistazo somero a su estadística económica lo deja claro. Irán tiene una población de 78 millones, parecida a la turca, y mayor que todas las economías emergentes del este de Europa. Añadamos el tamaño de su población a la cantidad de petróleo subterráneo, y el PIB ya es importante. Con 437.000 millones de dólares, es la 27ª economía más grande del mundo, más o menos como Argentina o Taiwán, y por delante de Austria o Tailandia. A pesar de todas las sanciones.

Siempre y cuando se levanten debería crecer mucho más rápido. Los 100.000 millones de dólares bloqueados en activos en el extranjero por las sanciones volverían a estar disponibles de nuevo, una cantidad que marcará la diferencia, incluso un país del tamaño de Irán. Las exportaciones de petróleo podrían duplicarse bastante deprisa con la apertura de nuevos mercados (el petróleo no es tan valioso como lo era hace un par de años, pero sigue siendo un sector inmenso).

Con una tasa anual de crecimiento del 7% al 8%, tiene el potencial de duplicar el tamaño de su economía y podría conseguirlo en un espacio bastante corto de tiempo. Como señala Robertson, el país al que más se asemeja es Turquía y, antes de los problemas que han afectado al país en los últimos dos años, fue uno de los grandes éxitos económicos de la última década.

Privilegiada geográficamente

Irán tiene una posición geográfica excelente, entre Europa, Rusia y los mercados florecientes del Golfo, y lo bastante cerca de gran parte de Asia como para comerciar con esa región también. Sus niveles de educación son decentes (prácticamente como Turquía). Sus recursos energéticos son lo bastante numerosos como para alimentar la economía, aunque no lo suficiente con relación a su población como para convertirse en un petroestado como Arabia Saudí.

¿Aprovechará esta oportunidad? Aún es pronto para decirlo. Sin duda será un recorrido arduo y si no fíjense en los bruscos vaivenes de los mercados turcos. Y no escasean los conflictos regionales. Si Irán se ve absorbido en un conflicto con el Estado Islámico o en la guerra de Siria, se descarrilará su crecimiento.

Dicho eso, no hay muchos más mercados fronterizos con el mismo potencial. A medio plazo es improbable que en casi todo el mundo desarrollado se crezca rápido. Las economías son demasiado maduras y las poblaciones envejecen a gran velocidad. Son las nuevas economías, como Irán, las que facilitarán el crecimiento. Por eso el acuerdo alcanzado en Viena ha sido mucho más importante que el de Bruselas.

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