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Tsipras es el problema: fin del juego

  • Ha dejado a su parlamento en manos de la troika
Alexis Tsipras, líder de Syriza y primer ministro griego.

En 2014 era posible todavía. Grecia cerró el año con el menor déficit público desde su entrada en el euro. Era posible la consolidación fiscal, la reforma de las pensiones, cambios estructurales que permitieran salir a flote a un país que supone menos del 2% del PIB de la Unión. Era posible, pero en enero llegó la política naif que tanto calado ha tenido en el sur de Europa, una política naif a la que habría que pedir que, al mismo tiempo que pone las palabras, ponga también las ideas con un tamaño suficiente como para ser manejadas por adultos.

En enero, los griegos auparon al poder a la izquierda radical. En febrero, Tsipras declaró que no habría plan de rescate ni pago de deuda. En marzo, las cosas eran un esperpento. Varoufakis lucía casco y moto, y tumbaba curvas por Bruselas metido en brisas y sin prisas. Todos nos preguntábamos cómo menos de diez millones de votantes griegos podían estar condicionando el futuro de más de quinientos millones de europeos. Más adelante parecía que los griegos querían que todos los países de la eurozona abandonaran el euro menos Grecia. Luego se instaló un corralito y la culpa era de los criminales financieros y de los gobiernos terroristas, Varoufakis dixit.

Tsipras hizo luego a los griegos una pregunta que nadie entendía, pero que debía ser contestada de urgencia con un "no" para decir a toda Europa que el nuevo Leónidas del siglo XXI, el Ulises de la izquierda, estaba derrotando al Polifemo cruel, a los mercados capitalistas, a la criminalidad financiera que anidaba en el FMI, al terrorismo de los gobiernos europeos y a Merkel, encarnación de todos los males griegos. El gran estratega ha aceptado ahora un programa de rescate con condiciones mucho peores que antes del referéndum y, lo que es desde luego la imposición más terrible: no sólo la troika va a intervenir su economía, sino que va a intervenir su política, su soberanía, su Parlamento y su Boletín Oficial.

Europa le pidió un plan de reformas y se limitaron a presentar sonrisas desafiantes durante meses. Ahora la troika se ha instalado ya en el interior del Parlamento griego para señalar con gesto de ordeno y mando qué leyes deben aprobarse, con qué exacto contenido y en qué cortísimo plazo. Tsipras ha dejado el país en manos de sus acreedores más que nunca. Literalmente, en manos de la troika. Ya no importa Syriza, ni sus escaños, ni el apoyo de la extrema derecha. Ya no importa el "no" en el referéndum, ya no importa el programa electoral. Ese es el resultado de la política de Tsipras.

Jorge Luis Borges lo explica en una variante del mito griego del Minotauro encerrado en su laberinto de Creta. Borges describe a Asterión, un monstruo que, como todos los monstruos, no sabe que lo es. Pero sí percibe que es diferente a los demás. Y, naturalmente, esa diferencia entre su aspecto y el de los otros, entre su imagen y la de todos los demás, la atribuye Asterión a su orgullosa superioridad sobre los otros. Así se consuela Asterión de su diferencia monstruosa, como lo hacía el Minotauro de Creta, con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Soy distinto, no me entienden, porque soy superior.

Tsipras parece una adaptación moderna del mito clásico y, como en el cuento de Borges, ha estado percibiendo su diferencia con los demás, pero la ha atribuido a su superioridad moral. Su diferencia de criterios respecto de la totalidad del Eurogrupo y aun de toda la Unión Europea se debía a que él era hijo de la izquierda radical. Los tiempos están cambiando, Alexis. Tanto, que ahora Grecia incluso será llamada a las urnas para decidir de nuevo entre susto y muerte. Esa es la verdadera política de Tsipras. Que los griegos elijan entre susto y muerte.

Mientras, él dirá a su pueblo que ha resistido hasta el final. A quien no podrá resistir este estratega griego es a su propio partido, que ha visto cómo en seis meses todo ha cambiado, tanto que donde antes estaba la lucha heroica del griego ante la adversa fortuna, ahora está la troika dictándole al Parlamento qué debe votar y cuándo. Syriza ya está en contra de Tsipras, Tsipras en contra del resultado del referéndum, el referéndum en contra de las condiciones que acepta el Gobierno...Y Asterión/Tsipras encerrado en su laberinto.

El problema no es ése. El problema es que si en 2014 Grecia crecía, con dificultades, pero con tendencia al alza, ahora, en julio de 2015, está en severísima recesión con descenso del PIB. Tsipras es el problema griego. Game over.

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