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Abandonados a los reclamos electorales

  • Los mercados ya descontaron la recuperación económica

En la recta final de la legislatura el Gobierno y el partido que lo sostiene encararán un otoño electoral de gran calado. La agenda política española va a incidir mal o bien en la coyuntura económica. Y al revés, la coyuntura afectará positiva o negativamente a la agenda política. Veamos.

Básicamente, el crecimiento económico español actual está sujeto al contexto global y europeo, especialmente al desenlace griego. Pero también depende sobremanera de los retos políticos de España, que se decantarán en las elecciones del otoño 2015. Por tanto, más allá de lo que ocurra en Grecia y el mundo, la actual bonanza económica de España se mantendrá si hay estabilidad política, y caerá en caso contrario.

En relación a la economía el Gobierno enfrentará, pues, tres tareas arduas: preservar el incipiente crecimiento económico; lidiar con tres riesgos de calado, como son el griego (impago, el político español (déficit institucional y populismo) y el catalán (separatismo); y preparar el programa económico electoral.

Tradicionalmente, otoño es la estación de mayor energía política. En la España de hoy la energía política se nutre del radicalismo izquierdista e independentista, unidos en destruir al Estado español. En este 2015 habrá dos elecciones decisivas para la democracia española: las generales y las autonómicas de Cataluña. Sus resultados podrían soliviantar a España si en Cataluña ganasen los separatistas y si en el conjunto del país ganase el populismo. También puede ocurrir que ganen los constitucionalistas catalanes y/o que el PP y/o el PSOE formen un gobierno con mayoría absoluta. En la primera opción, el Estado de derecho español corre serio peligro.

Hay un trimestre, pues, para orientar el futuro. Si se mantiene la reanimación, el PP podría alcanzar una mayoría suficiente u obtenerla con Ciudadanos o con el PSOE. Pero si en este tiempo la "solución" griega (ya sea más rescate, default, dracma paralelo o salida del euro) contagiara a España, la coyuntura económica y electoral se torcería, en detrimento de las mayorías constitucionalistas de Cataluña y del conjunto de España.

Los tres retos de España

En consecuencia, el próximo semestre España encarará tres retos de España: la inserción o no en el sistema europeo de economía de mercado competitiva; el anclaje o no de la democracia liberal; y, finalmente, la integridad misma de España, el ser o no ser. Efectivamente, con este Gobierno y con el próximo, España se la juega.

En el programa económico-electoral del Gobierno y del PP caben pocas novedades. Deberá reafirmar la bondad de su estrategia económica, mostrando que la recuperación actual deriva de las reformas estructurales empezadas, y que, por tanto, si los votantes desean mantenerse en el crecimiento deben votarle. Abandonado lo importante (la limitación del frenesí político y despilfarrador de los gobiernos díscolos de las comunidades autónomas) siempre quedará lo accesorio (un reclamo electoral en forma de reducción de algún impuesto).

Hasta ahora, los mercados financieros descontaron la feliz recuperación de la economía española y que una secesión de Cataluña no se producirá. En las últimas semanas la solución griega ha introducido una fuerte volatilidad en las bolsas europeas, y también en los valores y la prima de riesgo española. Una mayoría y un gobierno PSOE-Podemos y un gobierno de la Generalitat situados más allá de la Constitución harían de España un Estado fallido. Antes o después, un horizonte de colapso del Estado español redundaría en un crack financiero. Quedan unos meses y dos elecciones para evitar desgracias económicas, políticas y sociales mayores.

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