Sesenta mil millones por aquí, cien mil millones por allá. Parafraseando la famosa cita de Everett Dirksen sobre el presupuesto militar de EEUU, pronto estaremos hablando de dinero real. A principios de año, el Banco Central Europeo lanzó su programa de flexibilización cuantitativa, con 60.000 millones de euros al mes en compras de activos por el banco central. Ahora, en respuesta a una ligera turbulencia en el mercado de bonos, habla de ir a la carga y llevar todo el efectivo acuñado en Frankfurt al mes a 100.000 millones.
Los académicos debatirán sin duda la efectividad de la flexibilización cuantitativa a la hora de aupar a la economía real durante un par de generaciones mínimo, y probablemente no lleguen a ninguna conclusión final. Tal vez sea cierto que impulsa a los países fuera de la recesión. Lo que sí está claro es que dispara los precios de activos. Ya está pasando. Una serie de burbujas de Mario Draghi se están inflando en toda la eurozona.
¿Dónde exactamente? La construcción en España florece, suben los precios de la vivienda en Dublín, los salarios alemanes se aceleran, Malta surca una ola de dinero caliente y los títulos portugueses son de los que mejor rinden en el mundo. Al presidente del BCE puede que no le quedara otra que enfrentarse al toro y lanzar su propia versión de la flexibilización cuantitativa a principios de año. El continente se caía rápidamente en la deflación y los precios bajaban en países como España. La economía se estaba hundiendo en una depresión y el paro subía sin cesar incluso mientras el resto de la economía global se recuperaba.
Cinco mercados beneficiados
Eso no quiere decir, sin embargo, que el dinero creado no vaya a hacer estallar los precios de los activos. De hecho, ya está sucediendo. Veamos los cinco mercados que ya se están beneficiando de la ola inicial de dinero que ha generado Draghi. Uno es la construcción en España. Cualquiera pensaba que no se podía construir más pero resulta que se equivocaría. Las grúas han vuelto a la acción. La construcción en España aumenta al 12%interanual y es con diferencia el sector más rápido de la economía. El consumo de cemento ha subido un 8% este año. El mercado inmobiliario vuelve a zumbar.
Dos, la vivienda en Dublín. En lo más álgido del último auge pocos mercados fueron tan atractivos como la vivienda en Irlanda y tampoco hubo muchos estallidos tan graves. Ahora, la espuma se forma otra vez y quien se haya hecho con una ganga mientras al país lo rescataban y sus bancos entraban en cuidados intensivos no cabrá ahora en sí de gozo. Los precios de la vivienda en Irlanda han subido un 16% interanual y un 22% en su capital, Dublín. El tigre esmeralda ha cogido otra ola de dinero caliente y empieza a florecer de nuevo. No se sorprenda si los precios suben más.
Tres, los salarios alemanes. Durante una década, y pese a ser supuestamente la economía más fuerte de Europa, los sueldos alemanes apenas han crecido. Ahora, eso empieza a cambiar. El sindicato de los trabajadores del metal ha conseguido un aumento del 3,4%, una subida decente en un país donde la deflación sigue siendo un peligro y los precios no tienen visos de aumentar. Otros trabajadores también quieren un acuerdo mejor.
Esta semana, los maquinistas de tren estaban en huelga por novena vez este año y exigen una subida salarial del 5% y una semana laboral más corta (quién ha dicho que los trenes en Alemania sean puntuales). En lo que va de 2015, Alemania ha perdido el doble de días por acciones sindicales que durante todo 2014.
Cuarto, los activos de Malta. Se espera que esta minúscula isla mediterránea registre el crecimiento más rápido en la UE este año, con un 3,6%. Los precios no suben tan rápido como en Dublín pero la vivienda ha crecido un 10% interanual, el segundo índice más rápido de la eurozona. Algunos bancos locales informan de que sus balances se expanden un 40% anual o más. ¿Padece la economía maltesa una subida repentina de la competitividad? Es poco probable. En realidad emerge como el nuevo Chipre.
Cinco, las acciones portuguesas. Cuesta pensar en nada bueno que decir de la economía portuguesa a cuatro años del rescate. Solo se espera una expansión del 1,6% este año, mejor que el 0,9% del año pasado. El paro sigue por encima del 13%.
y tiene pocos visos de caer pero, oye, no se podría creer mirando el mercado bursátil. El índice PSI de Lisboa ha subido un 25% este año y es uno de los mercados más fuertes del mundo.
En realidad, los bancos centrales pueden imprimir dinero si quieren pero no pueden controlar adónde va. Algunos mercados en auge pueden ser útiles (la subida salarial en Alemania, por ejemplo, podría reequilibrar el masivo excedente comercial del país) pero la gran marea de euros de Draghi probablemente hará inflar otra serie de burbujas de activos. En muchos casos, son incluso las mismas burbujas que estallaron la última vez, como la construcción en España o la vivienda en Dublín. Puede ser estupendo para los inversores que acceden a esos mercados en su subida pero no aportará mucho para arreglar la economía de la eurozona. El estallido inevitable final será muy doloroso.