La semana pasada se aprobó subir las pensiones contributivas a las mujeres con dos o más hijos a partir del 1 de enero del 2016. Las mujeres, al decidir en un 98% que cuidamos a nuestros hijos en vez de trabajar, resulta que cotizamos 9 años menos que los hombres de media. La medida, que implica un subsidio más, está bien como decisión ministerial, pero ni de lejos arregla el problema de la igualdad en España.
El primer problema tiene que ver con los horarios laborales. Si eres mujer y madre, tienes un problema para acceder a un puesto ejecutivo de responsabilidad. Y tienes un problema doble: en casa, porque lo normal es que el marido no quiera tener una carrera profesional menos involucrada, y en el trabajo, en donde consideran que tu responsabilidad es hacerte cargo de los niños. En muy contadas ocasiones, en trabajos y puestos de responsabilidad muy determinados, una mujer con hijos realmente puede acceder a puestos de alta dirección.
Y todo empieza por los horarios, una vez que en el caso de España, ya somos más las mujeres licenciadas y con mejores notas de media que los hombres. Si hay más mujeres universitarias, si resulta que sacan mejores notas, ¿por qué no se refleja en los puestos de dirección de las plantillas de las empresas? Y la respuesta vuelve a ser la misma: los horarios. Con horarios continuos de 09:00 de la mañana a 17:00 de la tarde, se puede compatibilizar niños y trabajo. Con reuniones a las 19:00 de la tarde no se puede.
Con la capacidad de utilizar las nuevas tecnologías se puede tener familia y trabajo, si no te permiten videoconferencias para tratar asuntos ordinarios, es evidente que no. En España, como en todo, hay empresas excepcionales, y responsables de personal y máximos ejecutivos excepcionales. La excepcionalidad no es la norma. No hay que arreglar la pensión al jubilarte con 70 años. Hay que arreglar el presente para llegar a la jubilación en igualdad de condiciones.
