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El complicado futuro que espera a Cesce

  • El proceso de privatización sólo puede sorprender

La Compañía Española de Seguro de Crédito a la Exportación (Cesce), desde su creación mediante la Ley 10/1970, de 4 de julio, ha tenido tradicionalmente una alta consideración entre las pequeñas y medianas empresas españolas. Efectivamente, pocas instituciones han concitado a lo largo de su historia y siguen concitando una tan desusada unanimidad en su positiva valoración.

Esto ha sucedido, con independencia del color político de los responsables que han gobernado el país durante sus casi 45 años de existencia. Ello ha sido posible gracias al aval que supone su buen hacer y en la medida que los servicios que presta, enmarcados en el consenso de la OCDE, tienen un carácter de rigor y profesionalidad que han favorecido el desarrollo internacional de muchas empresas.

Su existencia ha permitido a la industria española participar en numerosos proyectos internacionales, en los que la financiación ha demostrado ser un requisito imprescindible. Y esa financiación no hubiese sido posible sin la cobertura que Cesce aporta a las entidades financieras, en el supuesto de impago de los clientes y fiadores extranjeros.

Por tanto el apoyo de Cesce a las exportaciones de bienes y servicios españoles ha sido y es un factor determinante de la presencia de las compañías españolas en los mercados internacionales, así como del éxito internacional de muchas empresas. Su permanente intento de ajustarse a la realidad de los emprendimientos españoles internacionales, demuestra una vocación de servicio mantenida históricamente y refrendada por una muy alta valoración empresarial.

En ese contexto, la pequeña y mediana empresa española contempla con cierta perplejidad, un complejo y no exento de polémica proceso de privatización de esta entidad, de capital público mayoritario. Con independencia de cualquier posible connotación ideológica que este proceso pudiera tener, la pequeña y mediana empresa no parece sentir una necesidad perentoria de dicho proceso, ni su materialización constituye una acuciante necesidad demandada o exigida por el mercado.

En cualquier caso y sea cual fuere el final del proceso iniciado, el apoyo decidido a las exportaciones de bienes y servicios españoles debería seguir constituyendo el eje motor de una institución que tan valiosos servicios ha aportado a la empresa española.

En un contexto internacional en el que la financiación ha demostrado ser en numerosas ocasiones determinante, la existencia de una compañía que, con autonomía en sus decisiones y teniendo como objetivo el apoyo decidido al tejido empresarial español, sigue teniendo plena vigencia. El histórico referente de Cesce, como soporte de la internacionalización de las empresas españolas, debería seguir siendo su razón de ser y un objetivo a defender.

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