
A todos aquellos a los que la crisis no les haya quitado su capacidad de ahorro, los bajos tipos de interés les dejan sin opciones de obtener con su dinero rentabilidad sin riesgo. En el último Informe de Estabilidad Financiera, el Banco de España explica que el bajo rendimiento que dan los depósitos a plazo, el producto más contratado por el inversor conservador, está provocando que el volumen de éstos bajen y migren a las cuentas corrientes.
Otro de los beneficiados son los fondos de inversión, cuyo patrimonio en conjunto ha crecido un 26% el año pasado más por este fenómeno que por la revalorización de los activos en los que confían. Este aumento no le ha venido nada mal a las entidades financieras, que aún renqueantes en rentabilidad, han podido ver crecer, en su mayoría, la partida de comisiones y con ello mantener el margen bruto o aumentarlo en relación al año pasado.
Pero el problema es que un fondo, un producto más complejo, más caro, y dependiente de situaciones diversas, no es un depósito. Por ello, el supervisor no ha dudado en lanzar una advertencia: no se puede considerar uno sustitutivo del otro. Con ejemplos de prácticas de comercialización dudosas o incorrectas en algunas entidades financieras en el pasado reciente en preferentes y convertibles, los bancos saben que tienen que ser especialmente cuidadosos en la colocación de fondos a sus clientes.
El producto y sus subclases está lejos de ser malo, aunque mientras hubo beneficios tampoco lo eran las preferentes. Pero si no está garantizado, la evolución de las bolsas, de las divisas o de la deuda pública pueden provocar pérdidas al inversor. Así lo advertía el Banco de España en su informe, recordando que el riesgo, nulo en el caso del depósito, sí existe en los fondo de inversión. Se puede, por supuesto, asumir el riesgo, pero la cuestión es saber si todos los que contratan un fondo saben de su existencia.