Firmas

La recuperación y el vídeo

El semanario The Economist advierte al presidente español, Mariano Rajoy, de que la recuperación está llegando demasiado tarde a España como para plantearle un horizonte halagüeño en la cita del 24 de mayo. Una reflexión que la revista adereza con un recorrido por los casos de corrupción y amiguismos que se ciernen sobre el partido en el Gobierno.

Pero lo que en verdad llega tarde a Rajoy, si es que lo hace, es el sentido de la realidad, el que le brindaría una percepción más ajustada del cúmulo de desencantos que su Gobierno y su partido han propagado entre los electores y, en consecuencia, propiciaría una actitud menos desahogada, una asunción de los errores que desaconsejaría llamar al timbre y plantear su he venido a dar las gracias.

No es sólo la corrupción, no es sólo la reventa una y otra vez de las mismas medidas y reformas para dejarlas inacabadas, no es sólo la fractura del partido en torno a la detención de uno de los iconos del aznarismo, no es sólo la constatación diaria de que los ajustes se dirigen a la población trabajadora mientras unos pocos españoles mantienen dos puntos de PIB en Suiza y se acogen a una fiscalidad favorable para aflorar lo defraudado.

No es sólo dar lecciones morales a otros partidos políticos sobre qué hacer con sus corruptos para no hacerlo con los suyos. No es sólo eso. Es la falta de conexión con el sentir y pensar ciudadano.

Sus múltiples ausencias en momentos cruciales como el anuncio del rescate a la banca, sus comparecencias de plasma, su inopinada firmeza asegurando que ganará las elecciones. Salir casi cuatro años después en un estudiado vídeo de diseño para explicar sesgadamente la Encuesta de Población Activa es, efectivamente, tarde, y no compensa, sino que agrava, las disfunciones de los ¿lapsus? saqueadores, las incógnitas sobre el caso Rato, el resquemor por la injusticia tributaria o la desigualdad sancionadora que soportamos los españoles.

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