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¿Un protectorado en Libia para resolver el drama de la inmigración?

Con el horror de las muertes en el Mediterráneo nos despertamos los europeos semana tras semana. En el estrecho que separa Italia de Libia los inmigrantes subsaharianos mueren ahogados por cientos. Después de una travesía a merced de la mafias del desierto acaban tragados por Neptuno. La UE lo lamenta.

Las autoridades italianas piden ayuda. Es necesario, pero esa no es la solución; es un parche que además alimenta la esperanza de las masas hambrientas y genera más frustración. Lo único sensato sería desarrollar los lugares de origen, para evitar la presión demográfica; inevitable en sus actuales condiciones socio-económicas. Mientras, la falta de Gobierno en Libia favorece a los "traficantes de los nuevos esclavos del siglo XXI".

Si se quiere parar la sangría humana, que se avecina cada vez con más fuerza, las autoridades libias deben ayudar a deshacer el puerto de embarque. Pero no lo pueden hacer porque Libia es un Estado fallido desde su Primavera Árabe. A finales del siglo XIX el Norte de África también lo fue. Su solución, fue el establecimiento de protectorados.

En Marruecos, el francés y el español, permitió en el siglo pasado la consolidación del actual Estado marroquí y su monarquía. Italia, que ya tuvo responsabilidades en Libia, podría instigar una coalición internacional para crear un protectorado allí. Su objetivo: ayudar a desarrollar un Estado moderno; recursos económicos tiene, falta organización.

Aunque algunos de estos experimentos neo-coloniales, como la Argelia francesa tuvo un final complicado se pueden hacer transiciones inteligentes (De Gaulle lo vio enseguida y actuó en consecuencia). Lo que está claro es que con la amenaza yihadista y la avalancha subsahariana la Libia actual es un elemento desestabilizador, una amenaza a la seguridad y un nido de desgracias humanas. Permanecer con los brazos cruzados es ayudar a esos crímenes.

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