Firmas

El progreso: verdad mentirosa

La macroeconomía es una mentirosa verdad porque los indicadores reflejan los niveles de crecimiento. Mentirosa por cuanto ese crecimiento no alcanza a la sociedad en su conjunto sino que se concentra en sus capas más altas.

En España el 10 por ciento de la población posee el 50 por ciento de la riqueza... mientras que el 50 por ciento "menos favorecido disfruta" un mínimo 10 por ciento. La libertad de comercio, de flujos financieros ha conquistado el planeta. Y no es posible, ni lógico, poner diques.

Pero una cosa es eliminar las barreras que impiden los intercambios comerciales, los movimientos de capitales, y otra muy distinta que no exista coto ni limitación a lo que inexorablemente deriva en explotación. Los procesos productivos en el primer-primerísimo mundo requieren cada vez mayor aportación de alta tecnología resultando superfluos los trabajadores no ya poco cualificados, sino incluso cualificados.

Hoy, la deslocalización significa la búsqueda de elementos productivos cada vez más baratos de modo que las fábricas se convierten en lugares de ensamblaje de los elementos de punta producidos in situ y de otros (progresivamente en incremento) producidos en diferentes lugares del globo. Pero indefectiblemente ello da lugar a una sociedad tridimensional: la integrada plenamente en el sistema, la que aún puede agarrarse a los jirones de éste y otra totalmente ajena: la sociedad de exclusión, cruz de la cara de la sociedad de éxito. Porque nuestro problema no es el paro, sino la imposibilidad para millones de compatriotas de compartir, de ser parte.

Nuestra sociedad de éxito es ya una sociedad patológica, monstruosamente injusta, paliada por la distribución de auxilios a quienes ni integra ni puede integrar. Algunos lo llamarán solidaridad. Yo lo denomino hipócrita anestesia social para evitar que los excluidos inquieten nuestra paz pública. Pero no hay paz sin justicia, aunque algunos lo tilden de demagogia.

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