
Soy de los que opinan que los electores no se equivocan cuando las urnas hablan; otra cosa diferente es que sepamos traducir convenientemente lo que nos quieren decir los ciudadanos a través de sus votos. Una de las primeras cuestiones que más interesa saber es si después de esta crisis el bipartidismo había muerto. En este sentido la respuesta, al menos en Andalucía, ha sido clara: no, no ha muerto; pero sale muy dañado.
PSOE y PP con 80 escaños de los 109 nueve en juego nos dice claramente que no, pero sí queda tocado. Podemos y Ciudadanos se reparten 24 escaños, este último, con nueve escaños, partiendo de la nada. Ciudadanos ha tenido que hacer su campaña desde cero, con premura y rapidez y sin embargo su discurso sencillo y de regeneración, sin entrar en temas escabrosos, sabiendo hacer uso las redes sociales y dando la vuelta a dardos envenenados, tanto propios -aquello de aprender a pescar-, como ajenos -los dirigidos por el PP y su interés en identificar a Ciudadanos con una Cataluña excluyente- ha tocado a muchos andaluces, una autonomía, por cierto no demasiado propicia al mensaje del partido naranja. Andalucía, históricamente siempre se ha sesgado hacia la izquierda. Ciudadanos demuestra que centrar el discurso tiene tirón; además, el discurso de regeneración democrática, social y económica es del gusto de alguno de los electores. Las posibilidades que abre a esta formación en plazas, regiones y comunidades mucho más cercanas a su mensaje, mucho más enfocadas a un centro o centro-derecha, le dan una posibilidad cierta de convertirse en regeneradores de la sociedad -en sus propias palabras-; además puede jugar un papel estelar en la gobernabilidad no solo de Andalucía, sino también en la generales.
La otra cuestión era el cabreo de la gente hacia lo viejo, si me permiten, la casta. Indudablemente Ciudadanos ha recogido votos de los hastiados de viejas fórmulas y de la generación de fuerte corrupción, pero en este sentido la atención estaba puesta en Podemos.
No es un mal resultado el que ha obtenido. Todo lo contrario, para un partido nuevo que se presentaba por primera vez a las autonómicas con estas siglas; sin embargo las caras de la gente de Podemos eran un poema. Ellos aspiraban a ser uno de los dos partidos con más votos y se han quedado muy por debajo de sus expectativas. Podemos es presa del vértigo de las encuestas, también de un discurso tremendamente extremista.
Si Podemos quería entrar en campaña como un elefante en cacharrería debía darse cuenta de que quizá no sea este el método. Por más que insista, España y sus votantes están mayoritariamente centrados, en algunos sitios como es Andalucía, además hay una red clientelar que se asusta y que es fácilmente movilizable en caso de emergencia. Podemos debe pensarse seriamente si continuar con su mensaje chavista o, por el contrario, seguir al frente del mensaje más izquierdista, pero no extremo -sirva como ejemplo de mensaje extremista esa idea de lo del referéndum sobre la Semana Santa, nada menos que en Andalucía-.
Antes de entrar a valorar al PP, me referiré al gran perdedor UPyD. El partido magenta que en las anteriores convocatorias no consiguió entrar en el Parlamento andaluz, que además estuvo hablando con Ciudadanos para unirse y servir esa unión como partido bisagra, es el gran perdedor. El partido de Rosa Díez, especialmente ella, debe cuestionarse qué están haciendo y cómo lo están haciendo. A partir de estos resultados, la lideresa va a tener unos niveles de crítica y contestación enorme, tanto fuera, pero especialmente dentro. Ya veremos si después de este 2015 queda algo de este partido y sobre todo qué ocurrirá con Rosa Díez y su presencia en la vida política de este país.
Por supuesto no se me olvida Izquierda Unida, mucho mejor amparada en las votaciones que UPyD. El gran problema de IU es sin lugar a dudas Podemos. IU ha apoyado al PSOE y aquellos que se decantan por preferencias de ideas más de izquierdas no comulgan con los socilaistas y sus menajes. Si además han participado en niveles de corrupción de los que se manejan en Andalucía, no pueden extrañarse de los resultados.
El Partido Popular ha fracasado totalmente y ha perdido apoyos. El PP es hoy un partido antipático; es el que ha subido impuestos -41, para que no se les olvide-, que ha dejado a una clase media en situación de precariedad, que no sabe utilizar las redes sociales y cuya campaña de comunicación ni siquiera existe. Rajoy, que se ha volcado en la campaña, debería pensarlo varias veces antes de acudir a mítines políticos. Hoy más que nunca Rajoy demuestra que ganó las elecciones porque Zapatero las perdió. Rajoy y su inmovilismo, su falta de empatía, su falta de comunicación es el que ha perdido las elecciones, el Partido Popular sufre el no tener un líder como la grave situación le demandaba. La gente con su voto se lo ha recordado.
Del PSOE solo se puede decir que Susana Díaz ha ganado las elecciones; no le hacen mella los casos de tremenda corrupción. La pregunta es si será capaz de regenerar una comunidad autónoma que aporta mucho a la vida política española. Habrá que ver cómo Pedro Sánchez gestiona ahora el partido, un partido que Zapatero dejó como un erial, pero que todavía cuenta con la simpatía de muchos de sus votantes.
Es también un partido que sigue esperando un líder y al cual el Partido Popular de Rajoy ha dado vida. La directiva de Pedro Sánchez bien haría en decirle que a partir de ahora debería estar más presente, alejarse de Zapatero y mirar de frente a la regeneración de su partido.