Se cumplen tres años de la reforma laboral llevada a cabo por el actual gobierno. Su objetivo fue sanar muestro mercado de trabajo que se desangraba por la pérdida de empleo y el aumento de la tasa de paro hasta límites insoportables, no sólo para las familias, también para las cuentas públicas que veían como mermaban sus ingresos, menos IVA, menos IRPF, más gasto en prestaciones, subsidios, etc.
La consecuencia fue clara, creció nuestra deuda y no se controló el déficit. Una economía en recesión de la que por fin estamos saliendo. ¿Ayudó o no la reforma a mejorar la situación de nuestro mercado laboral?
Antes de dar una respuesta merece la pena ver cómo las cifras de paro y empleo, que son muy diversas en función del territorio, han evolucionado y ver así si la actual mejora del empleo es consecuencia de la reforma o de otros factores exógenos a la misma. En cualquier caso, a nadie se le puede escapar, que con una misma legislación laboral las tasas de paro de nuestras CCAA son muy diversas, por tanto hay otros factores que influyen: la dependencia o no del ladrillo y del sector servicios, el grado de industrialización de la región, la renta per cápita de las mismas, o los costes laborales.
Reducir costes laborales no genera empleo
Es curioso que aquellas regiones con mayor renta per cápita y mayor coste laboral reflejan una menor tasa de paro. ¿Será que la riqueza y el crecimiento generan empleo? Con los datos en la mano, se puede concluir que no hay una correspondencia directa entre bajar costes laborales y creación de empleo, más bien parece que una mayor actividad económica y mayores ingresos que generan más riqueza sí contribuyen de manera directa a mejorar la situación del empleo.
Analizando ahora lo que han sido estos tres años y tomando como referencia el año 2007, inicio de la crisis, veamos cómo ha ido evolucionado empleo en nuestro país, este enfermo que ha llegado a estar en la UVI, ha pasado por planta y parece que ahora empieza su convalecencia fuera del hospital, pero al que tiene que volver para revisiones periódicas. En cuanto a la afiliación social, a pesar de la mejora del último año hemos perdido 459.908 afiliados desde 2011. Mejoramos, pero no estamos curados.
El paro registrado en el Servicio Público de Empleo experimentó su mayor ritmo de crecimiento en 2008, su máximo registro correspondió al año 2012, pero finalizamos 2014 con datos superiores a los que tuvimos en diciembre de 2011. Si tenemos en cuenta los datos aportados por la EPA el número de desempleados es superior al que indica el registrado en el SPEE. No todo desempleado se inscribe en el registro del servicio público de empleo. Este dato es especialmente significativo, y a veces de habla poco de él, ya que nos indican las personas que están trabajando y por tanto generadoras de riqueza. Nos indica las personas que estando en condiciones de trabajar lo están haciendo y aquellas que estando trabajando han dejado de hacerlo. Hemos perdido 3.148.800 ocupados con respecto a 2007 y 583.900 con respecto a 2011 a pesar del incremento de la ocupación que se ha producido en 2014.
Dualidad del mercado laboral
En el apartado de la contratación, es donde teóricamente la reforma laboral tendría que reflejar más sus efectos. Sin embargo, lejos de avanzar en la contratación indefinida, se sigue profundizando en la dualidad de nuestro mercado laboral. Se producen en España un gran número de contratos que contrasta con el elevado desempleo existente. Ello implica una gran rotación en el puesto de trabajo, algo endémico de nuestro mercado laboral, junto a una gran dosis de temporalidad e incremento de la contratación tanto indefinida como temporal a tiempo parcial. Se han realizado en 2014 más de 16,7 millones de contratos, y su duración medía ha sido de 53,27 días, es decir no llega a los dos meses. Aumentando los de duración inferior a un mes, siendo la mayoría de ellos por un período de tiempo inferior a 7 días.
Por tanto, si bien es cierto que, en 2014 se ha producido una incipiente creación de empleo y podemos decir que se ha frenado la sangría de la destrucción que veníamos padeciendo, esto no ha sido consecuencia directa de la reforma, sino del crecimiento de nuestra economía. La reforma ha contribuido de manera directa a que la contratación temporal aumente y muy especialmente la de corta duración, mucha rotación en el empleo en busca de la subvención.
La reforma laboral que necesitamos es aquella que vuelva al principio de causalidad de los contratos, es decir que estos se realicen según la causa que los origina, potenciando la contratación indefinida inicial y sectores estables - como la industria que garanticen la necesaria seguridad en el empleo.
José Luis Fernández Santillana, director del Gabinete de Estudios USO