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No todo vale para el empleo

Realmente la gran mayoría de los expertos coinciden en señalar que 2015 será el año de la recuperación de verdad. Del crecimiento. Sea este del 1,5% ó del 2 ó incluso más, la realidad es que podemos esperar que el próximo ejercicio, por fin, la ansiada recuperación comience a llegar a la gente de la calle. ¿Cómo? De la manera más sencilla posible.

Olvídense de grandes números y otras alharacas. La recuperación llegará a pie de calle mediante la creación de empleo. Cuanto más, mejor. Y cuanto más rápido, mejor también. Si como se promete y apuntan los datos en 2015 se crean cientos de miles de empleos, no sólo el Estado se ahorrará un buen pellizco en forma de subsidio que podrá dedicar a otros menesteres.

Esas personas con trabajo también consumirán más, lo que beneficiará a los comercios; pedirán algún crédito, lo que hará fluir dinero por la economía, y acabarán pagando más impuestos, para regocijo del ministro del ramo. Eso sí, olvídense también de que este empleo sea de calidad, es decir, indefinido. No es sensato pensar que de una crisis de caballo como la que hemos atravesado durante siete años vamos a salir con empleo estable, indefinido y bien remunerado.

Tendremos que dejar algo de tiempo para ver otros estándares. Dejar que las empresas crezcan de forma sostenida y vean un futuro de beneficios a corto plazo para que contraten. Y de la competencia que surja de un buen puñado de empresas contratando también surgirán ofertas mejores para los empleados en los que estén interesados. Eso sí. Como no se va a mejorar es con propuestas esotéricas de mantenimiento del empleo público. Eso es hacerse trampas en el solitario.

¿Cuánto se puede mantener un crecimiento del empleo basado en la contratación pública? Pues lo que duren los impuestos que lo sufragan. Pero sin eficiencia, las empresas morirán y, con ellas, la posibilidad de crear empleo de verdad.

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