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El Gobierno es la orquesta del Titanic: el mercado laboral ha muerto y solo crea estadísticas

  • El modelo ha cambiado y es imprescindible un acuerdo para la nueva época
  • El trabajo es el corazón del modelo social y ahora se nos está parando
  • Es triste que la única reacción sean parches para crear estadística de empleo
Imagen de iStock.

Érase España un país donde todo el tinglado social se asentaba sobre el trabajo. Sobre el trabajo definido en los Estatutos de los Trabajadores y Empleados Públicos y antes en las Ordenanzas y en las leyes de Relaciones Laborales y de Funcionarios, incluso en el Fuero del Trabajo y antes en la ley de Contrato de Trabajo del 31 y, aún más allá, en el Código de Trabajo de 1926, y así hasta las primeras leyes laborales españolas, en tiempos de la República Federal.

En este ciclo histórico se aprecia una unidad básica en el concepto de trabajo nacido de la revolución industrial y de la conformación de una administración pública estable, fruto de las evoluciones y revoluciones del siglo XIX. Trabajo nacido y regulado al hilo de la cuestión social, del asociacionismo, de la lucha obrera y del Estado social; un trabajo personal y voluntario, dependiente del empresario, por cuenta ajena, con una nómina, y si es en el sector público, ordenado en el escalafón y bajo los principios de independencia, estabilidad y carrera.

Trabajo que situaba a la persona en una empresa, que distinguía al empresario del directivo, al directivo del mando y a este del "proletario, productor, trabajador". Todo esto parece de una época pasada, como debió parecer en el XIX el trabajo artesanal en gremios, o en el XVII el régimen feudal. Sennet, Bauman, Rifkin... y tantos sociólogos y economistas vienen constatándolo.

Los legisladores no se enteran del cambio

El trabajo no es sólo mercancía o medio de distribución de riqueza; es el corazón del modelo social, y este corazón se nos está parando y ha dado lugar a circulación alternativa y varicosa, multiforme y dispar..., como si un deus ex machina hubiera puesto un sello trágico irrumpiendo en nuestro pequeño teatro.

Un marxista diría que estamos ante estructuras de producción en cambio acelerado sin respuesta en la política y el derecho, en una disociación esquizoide. El cambio esencial es innegable, sólo que los legisladores no parecen apreciarlo.

Sin el trabajo que conocíamos no se sostiene nuestro sistema de seguridad social, ni el Estado del bienestar, ni tantas administraciones, ni la inspección de trabajo, que al cabo lo será para políticos profesionales que parece ser el puesto que perdurará más tiempo en la evolución.

No valen los viejos paradigmas

El concepto de trabajo fundamenta también el sistema educativo. Se educaba a los jóvenes para que fueran "hombres y mujeres de provecho". Algunos entonces lo entendieron mal y hoy son hombres y mujeres de aprovecho. ¿Recuerdan los viejos consejos familiares?: "Hijo mío, hija mía, para progresar sed responsables, estudiad, fundad una familia y trabajad duro, como hicieron vuestros padres, si es posible en una caja de ahorros" o "buscad empleo en el Estado, que es para toda la vida. ¡Ahorrad y pensad en el futuro!"

Hoy día habría que responder: "¿para el Estado? sí, pero...¿como funcionario, personal estatutario fijo, temporal o interino o eventual? o ¿como personal laboral, o personal puesto a disposición, o laboral en empresa pública, o en prácticas curriculares? Y ahorrar, ¿de dónde?"

A los 25 años de la caída del Muro de Berlín nos damos cuenta de que entre el escombro cayó una época y con ella el trabajo y el derecho del trabajo que conocimos y que va camino de quedar como recuerdo entrañable de un tiempo pasado, reducido a un grupo en progresiva extinción.

Hoy en la empresa trabajan los autónomos ¿Por cuenta propia o ajena?, pues mire usted, "por la cuenta que les tiene". No es precarización, es otra cosa. Es que ya no existe el trabajo como lo conocíamos. ¡Emprende, ponte por tu cuenta, móntatelo de freelance, crea una sociedad de capital, trabaja en red, actívate, métete en coworking, o si no te va este rollo, ingresa en una cooperativa agraria, ponte de artesano, lee a los clásicos y filosofa en Caños de Meca: Beatus ille qui procul negotiis, Beatus ille deos qui novit agrestis.

El Titanic se hunde y el Gobierno toca la música

En este maremágnum, con un paro juvenil de más del 50%, un paro senior en el 30% del total, casi irrecuperable, y tantos españoles de mediana edad aferrados a la barandilla del Titanic, resulta triste ver a los responsables de la administración, orquesta del viejo buque, poniendo parches de bonificaciones, flexibilidades y modificaciones en la jungla contractual para crear estadística de empleados o subempleados en contratos que al cabo no dan para vivir.

Hay trece páginas, trece, de bonificaciones en la web del SEPE, mientras crece la economía sumergida horadando túneles a lo Capadocia.

Hay que abrir las ventanas a una nueva época. No sabemos cómo será. No hay que asustarse demasiado, hay más bien que actuar. La humanidad ha pasado por muchos cambios y ahora nos adentramos a velocidad de vértigo en un escenario nuevo que supera a políticos e instituciones. ¡Habrá que aprender un nuevo libreto!

Los ciudadanos requerimos liderazgo social; reclamamos proyectos y pactos de Estado, desde los investigadores a los educadores, pasando por los agentes sociales, colegios profesionales, academias y asociaciones, porque tenemos la idea de que esto es demasiado para uno solo, aunque esté en el Gobierno.

Carlos de Benito, socio de Interlaboris. Profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Nebrija. Coordinador del Observatorio de Empleo Aedipe.

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