
En una de las últimas reuniones de ministros de Economía de la eurozona, le preguntaban los periodistas al ministro alemán, Wolfgang Schäuble, qué pensaba de las presiones que estaba recibiendo de sus colegas de Italia, Francia y, en menor medida, de otros entre los que se encontraba Luis de Guindos, para que estimulara la demanda interna en Alemania con objeto de producir una demanda inducida en los países más débiles de la eurozona, que generara más crecimiento y por ende empleo.
Hasta ahí todo correcto, la verdad, aunque incorrecta políticamente, fue la respuesta que Schäuble dio, diciendo más o menos que "si así lo hiciéramos, los grandes beneficiados no serían los ciudadanos de los países de la eurozona, que nos lo están pidiendo, si no los ciudadanos chinos". Se entiende que, lógicamente, aumentando aún más sus exportaciones a la eurozona a costa de una mayor recesión de los países que la conforman.
Proyecciones a futuro
En ese comentario parcialmente subyacen las consecuencia de los crecientes desequilibrios de la balanza por cuenta corriente, con sus secuelas de desindustrialización, empobrecimiento y desempleo y ya no solo en los países más afectados por la crisis, como es el caso español, si no en la práctica totalidad de los que componen la eurozona.
En este sentido, la balanzas comercial y de servicios vuelven a ser los primeros indicadores de las proyecciones económicas futuras. Por consecuencia, los últimos datos con relación a la marcha de nuestro comercio exterior han enfriado, como no podía ser menos, el triunfalismo más demagógico que real del "imparable" crecimiento de nuestro comercio exterior.
Así, las exportaciones que reflejaban las cifras de septiembre comienzan a estancarse con un ese escaso 1,9% de crecimiento interanual, lógico resultado de la profunda desindustrialización y desguace económico que estamos atravesando, y que con aspectos como la rigidez de nuestro modelo productivo y la sequía financiera, no ayudan a mejorar la necesaria competitividad.
En sentido contrario, la brusca caída de la demanda de las familias y de las empresas por la crisis y la prolongada falta de inversión de los sectores público y privado de nuestra economía, compensaba la fuerte reducción de las importaciones. Con un fuerte crecimiento del 6%, nos retorna al negativo y tradicional desequilibrio de nuestra balanza de bienes haciéndonos olvidar el puntualmente histórico y ya casi olvidado nirvana autárquico, en el cual se alcanzaba el ansiado equilibrio de nuestra balanza por cuenta corriente.
Un equilibrio logrado gracias a los superávit de la balanza de servicios, y en especial al turismo, que aprovechando inteligentemente la actual inseguridad de algunos mercados mediterráneos competidores, está permitiendo aunque puntualmente, compensar nuestra balanza por cuenta corriente. Aun así, ésta ya comienza a tener síntomas de un cierto agotamiento, regresando a los saldos negativos, todavía aceptables, pero que temporalmente y gracias en mayor medida a la demanda interna, permite dar un respiro al repuntado crecimiento del PIB.
Situación real de España
Si bien la situación económica no está para tirar cohetes, no es menos cierto que, relativizada en el contexto recesivo de la eurozona, permite a la economía española mostrar un crecimiento aceptable.
Sin embargo, esto solo se consolidará si en el proscenio en el que se ha convertido el Ecofin se ponen en marcha un conjunto de medidas que permitan la reindustrialización y homogéneo crecimiento en un marco de solidaria gobernanza económica, en línea con los pasos ya dados en el reciente proceso de reestructuración y saneamiento del sector financiero de la eurozona.
En lo que sí podemos ser optimistas y parece claro es que cuando comenzó la crisis en los PIGS, estábamos lejos del necesario consenso; ahora con una crisis ampliada a Italia, Francia y Alemania, afectando prácticamente a todos los países de la eurozona, en mayor o menor medida, estas urgentes decisiones y sus correspondientes medidas a tomar podrían ser realidad a corto plazo.
Felipe Carballo Ríos, Doctor en Ciencias Económicas.