
Acaban de cumplirse cien días de la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE a través de un competido sistema de primarias entre los militantes de la organización. Como se recordará, la renovación se abrió tras el pésimo resultado de PP y PSOE en las elecciones europeas de mayo, en las que ambos partidos no llegaron conjuntamente al 50% e irrumpió Podemos en el panorama político con un 8%, equivalente a 1,25 millones de votos. Tras la debacle, Rubalcaba presentó la dimisión y se abrió el proceso de renovación.
Nuestros partidos, anquilosados y cerrados a la sociedad, no son hervideros de saber e inteligencia, entre otras razones porque la afición política encuentra escasas retribuciones intelectuales últimamente y no hay en ellos gran afluencia de voluntarios, por lo que las primarias consistieron en un proceso gris que, sin embargo, cargó de ilusión a una militancia que había tenido escasos motivos de satisfacción en los últimos tiempos. Y Sánchez, todavía un político sin biografía que tiene que demostrarlo todo, ganó con cierta facilidad la competición, con unas propuestas directas y de sentido común que cuajaron y que se están aplicando con celeridad en estos primeros tres meses de su ejecutoria.
No hay tiempo que perder si se quiere intentar reconciliar al partido con la sociedad antes de las autonómicas y municipales de mayo, y sobre todo antes de las generales de finales del año que viene.
Inexperiencia, pero buenas intuiciones
El nuevo líder, que suple la inexperiencia con buenas intuiciones, ha entendido que la reconciliación de los partidos con sus antiguos electorados requiere medidas radicales y creíbles sobre todo en dos planos: el de la transparencia y el de la participación. La corrupción, que alcanza extremos insólitos, ha mermado la credibilidad de las viejas formaciones, y ya no es aceptable el viejo modelo anquilosado de representación en que el elector es un simple sujeto pasivo.
En lo tocante al primer asunto, el nuevo equipo ha elaborado en tiempo récord un nuevo y riguroso código ético que limita los mandatos, establece incompatibilidades estrictas para parlamentarios y controles escrupulosos para todos los cargos públicos, y obliga al abandono del partido a aquellos a quienes se abra juicio oral en episodios de corrupción.
En Valencia, la cúpula socialista presentaba sus propuestas en materia de regeneración democrática y de lucha contra la corrupción en formato legislativo. La expulsión sin contemplaciones de todos los implicados en las tarjetas black de Caja Madrid ha sido el testimonio plástico del rigor que se piensa aplicar. En este mismo orden de ideas, se han publicado ya al detalle las finanzas del PSOE y la situación financiera de todos los altos cargos del partido.
En lo referente a la participación, ya se estableció en el último congreso extraordinario la celebración de primarias para la elección de los cargos del partido y de primarias abiertas para seleccionar los candidatos a los cargos representativos. En realidad, el nuevo equipo socialista postula la inclusión de las fórmulas de regeneración democrática, incluidas las elecciones primarias, en una nueva ley de Partidos, que vincule y obligue a todas las formaciones. Lo que debe mejorarse no es el funcionamiento de tal o cual partido sino el conjunto sistemático de todos ellos, que son "el instrumento fundamental para la participación política" (art. 6 CE).
Deben tener un proyecto claro
El PSOE deberá también, como es lógico, tener posición en los grandes temas de futuro, y especialmente en el que hace referencia a la salida de la crisis -el desempleo sigue siendo insoportable, y con las actuales tasas de crecimiento tan sólo se logra crear algo de empleo muy precario gracias a la fuerte desregulación del mercado laboral- y en el tocante al problema catalán. De momento, Ferraz no ha realizado todavía una propuesta económica cerrada y solvente, y deberá hacerlo con meticulosidad porque el anterior gobierno socialista naufragó en la gestión de la crisis y sus epígonos serán escrutados con infinito rigor. Sánchez es economista, y ello debería facilitar en teoría el alumbramiento de un proyecto adecuado, que deberá pugnar no sólo con el del PP sino también con las tentadoras propuestas populistas que sin embargo no conducen a parte alguna.
En lo referente a Cataluña, Sánchez mantiene la tradicional propuesta federal del PSOE, que debería plasmarse mediante una reforma constitucional que tuviera en cuenta las reivindicaciones atendibles de Cataluña: pacto fiscal, blindaje de las competencias culturales y educativas, reconocimiento de los derechos históricos, etc. Lamentablemente, el PSC, que fue puntal del PSOE en otras épocas, está hoy bajo mínimos y poco podrá aportar a la solidez y estabilidad del socialismo, pero hay pocas dudas de que el arreglo del gran contencioso catalán pueda lograrse de otra manera, por lo que el centro izquierda no nacionalista puede ser decisivo en la futura ligazón que vincule de nuevo a Cataluña con el tronco español.
Antonio Papell, periodista.