Firmas

Crédito: la solución es diversificar

Es evidente que según vamos atravesando las diferentes etapas de esta crisis, vamos detectando las necesidades que surgen del cambio de panorama y los efectos que determinadas cuestiones, como el crédito, están provocando. Una de estas necesidades, por el aludido cambio, es sin lugar a dudas el crédito.

Conviene señalar que la crisis se ha producido por la enorme acumulación de financiación de familias y empresas. Esta burbuja crediticia estalló y dio lugar a una recesión por contracción de balances. No se puede salir de ella con más crédito. Sin embargo, la rebaja de los niveles de préstamos concedidos debe irse rebajando poco a poco, lentamente, muy lentamente para evitar males mayores.

Tampoco debemos ser maximalistas. Tanto familias como empresas están necesitadas de crédito, las últimas especialmente para pagar facturas -incremento del capital circulante líquido- en las primeras para emprender y poner en marcha actividades con las que vivir. El crédito sigue siendo importante en la actividad económica, me atrevo a decir que básico. Primero la Fed, y ahora parece que también el BCE, se han marcado como objetivo que se incremente el crédito. Pero no se ha logrado plenamente este objetivo en el caso americano y en el caso europeo el intento ha sido baldío.

La avalancha de dinero nuevo -el famoso helicóptero monetario de Friedman- se ha destinado principalmente a la economía financiera y no a la real. Los activos financieros, tanto renta variable como renta fija, han visto como sus cotizaciones subían a impulsos de impresión de billetes, pues el aumento del dinero en circulación se destinaba a la compra de activos financieros; pero no en préstamos para pymes y familias, eso que conocemos como economía real. El dinero se ha estancado en los mercados financieros y de ahí no ha llegado al sector real, salvo a las grandes empresas que sí son activas en los mercados financieros y que han hecho acopio de liquidez -característico de una recesión de balances-, las cuales ya tenían diversificadas sus fuentes de financiación.

Esta actuación bien intencionada en un principio ha resultado desastrosa. En España, las pymes han venido viviendo del crédito bancario, no supieron o desestimaron acercarse a los mercados financieros, les parecía caro. Además si la banca daba todo o casi todo el préstamo que pedían, para qué ir a los mercados financieros.

Desestimaron una premisa básica: diversificación de financiación. Diversificar las fuentes era básico para garantizar la supervivencia de las firmas. No daban valor a que emitir renta fija a diferencia de los préstamos bancarios no descapitaliza paulatinamente la empresa, pues en la renta fija se pagan intereses anualmente y se amortiza al final de la vida del título. Sin embargo, en un préstamo se paga intereses y se va desprendiendo poco a poco del capital -sistema de amortización francés-. Hoy, sin embargo, las empresas comprenden y sufren el alto coste de no haber diversificado sus fuentes de financiación.

Las familias sufren el efecto del estancamiento de los billetes impresos en las bolsas. Se llama brecha de desigualdad o, si lo prefieren más claro, empobrecimiento. Maravilloso y de una sencillez pasmosa, tal y como lo explica Joseph Stiglitz y que El Economista recogía en estas páginas.

El dinero ha favorecido un aumento de las cotizaciones de los activos bursátiles y financieros, la mayor parte de ellos en manos de las clases altas y con mayor patrimonio. En las clases bajas la presencia en su patrimonio es muy reducida -en España la bipolaridad del inmueble y el depósito, como activos en los que materializar el ahorro, ha contribuido aún más al empobrecimiento-.

En efecto, la subida de los precios de los activos financieros ha llevado a que quien los posee tenga un patrimonio que ha visto elevado su valoración, mientras que eso no ha ocurrido en el depósito, que solo produce interese, y menos aún en la vivienda, que ha visto rebajado su precio.

El resultado los exponía la ONG Oxfam Intermon: el número de millonarios se duplica durante la crisis, mientras que la desigualdad alcanza niveles extremos. Sí, es así. Lo es pues el patrimonio de los millonarios está compuesto por un elevado número de activos financieros, aquellos que se han beneficiado del estancamiento del incremento del dinero. Claro que tienen también propiedades inmobiliarias, pero su patrimonio lo tienen diversificado y no concentrado.

Si pensamos en las familias que en vez de ahorro quieren optar a financiar una casa, un artículo, no digamos nada si lo que quieren es emprender; se han encontrado con una realidad. No existen fuentes de financiación alternativa al canal bancario -shadow banking-. Nuestro país, como exponía en un estudio reciente del IEB, el grado de diversificación fuera del circuito bancario es sólo de algo más del 25 por ciento. En Alemania la ratio es 55, en EEUU casi el 70.

El crédito, mejor la diversificación del mismo, es la causa, pero también la solución a mucho de los problemas actuales. Pero para ello el crédito debe fluir, y más con la situación bancaria actual, que obliga a diversificar las fuentes de financiación.

El Gobierno debe facilitar esa diversificación de forma eficiente y urgente, directores financieros -CFOs-, emprendedores y familias deben entender que hay vida más allá de los bancos y es necesario estar presente en ellos. Para los ahorradores la diversificación es fundamental.

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