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Seguridad de suministro y competitividad

  • EEUU ha reducido sus costes energéticos con los recursos no convencionales

El sector del petróleo está asistiendo a una importante transformación que hace necesario que la Unión Europea desarrolle una política energética común para garantizar la seguridad de suministro y la competitividad de su industria.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que el mix de energía primaria en 2035 será muy similar al actual y que el peso de los combustibles fósiles supondrá en torno al 76%. La demanda de productos petrolíferos registrará un incremento anual de entre el 0,7% y el 1,1% hasta 2035, pasando de un consumo actual de 89 millones de barriles/día a más de 100 millones de barriles/día.

Este aumento procederá de los países no OCDE, en particular de economías emergentes como China, India y Oriente Medio. En cambio, la demanda se mantendrá estable en los países de la OCDE e incluso decrecerá ligeramente en alguno de ellos.

Por sectores, el transporte seguirá concentrando el mayor volumen de demanda, con una proporción de consumo del 58% respecto al consumo total.

La gasolina y el gasóleo continuarán suponiendo en torno al 90% de la energía utilizada para el transporte en 2035, pese a las mejoras de eficiencia en los vehículos y el incremento de otras fuentes de energía. En este escenario, los combustibles fósiles, y en particular el petróleo, seguirán siendo la principal fuente de energía mundial durante los próximos años.

Como el petróleo es un bien escaso, es fundamental que los países busquen alternativas de producción y aprovechen los avances tecnológicos para explotar los recursos petrolíferos de sus territorios de forma segura y sostenible.

El sector está viviendo una revolución debido al auge del petróleo y el gas no convencionales, donde Estados Unidos es un referente, gracias al trabajo de innovación que ha realizado para perfeccionar nuevas técnicas de extracción.

Su apuesta por los recursos no convencionales le ha permitido ser casi autosuficiente en gas y reducir sus importaciones de petróleo, disminuyendo sus costes energéticos. El gas cuesta tres veces menos que en Europa y la electricidad la mitad, proporcionándole importantes ventajas frente a la industria europea.

En la capacidad de refino mundial también se están produciendo transformaciones que afectarán a la competitividad de la UE.

Durante los próximos años, la zona de Asia-Pacífico experimentará un incremento de su capacidad de refino, especialmente China e India y Oriente Medio. Mientras, en Europa se esperan nuevos cierres de refinerías por su baja capacidad de conversión y su reducida competitividad.

España es la excepción y ha realizado ambiciosas inversiones para mejorar o ampliar la capacidad de sus refinerías, como ha sido el caso de la refinería de Cepsa en Huelva o de las de Repsol en Bilbao y Cartagena.

Así, la elaboración de productos refinados en nuestro país se ha incrementado desde 2008, consolidando su capacidad exportadora de carburantes y permitiendo la eliminación de las importaciones de gasóleo. Además, la existencia de la red logística de CLH permite movilizar los productos petrolíferos de forma muy eficiente, garantizando el suministro en todo momento.

La AIE ha reconocido estas características en diversos informes, en los que destaca la flexibilidad y capacidad de respuesta del sistema español ante cualquier emergencia o situación de crisis.

El nuevo escenario de oferta y demanda de crudo supondrá importantes consecuencias para la seguridad de suministro y la competitividad de Europa.

Por ello, es necesario que la UE despliegue medidas para responder de forma eficaz a las nuevas circunstancias, como aumentar la eficiencia energética, apostar por las fuentes renovables eficientes en costes o incrementar la extracción de reservas propias, tanto de petróleo y gas convencionales como no convencionales, así como incrementar las interconexiones entre países y apoyar a las empresas energéticas en sus negociaciones con los países productores.

Estas acciones implican la necesidad de contar con una política energética europea común. El problema es que los países no quieren ceder su soberanía energética y actualmente hay un bloqueo que imposibilita llegar a estos acuerdos.

Sin embargo, los últimos acontecimientos internacionales, como la reciente crisis de Ucrania, pueden acelerar la creación de esta política común y ayudar a Europa a garantizar un suministro de energía lo más limpio, barato y seguro posible.

José Luis López de Silanes, presidentes CLH.

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