
Las pautas de conducta usuales no son lo mejor para afrontar momentos en los que bajan la demanda y el empleo. En España, el anterior gobierno gastó todo lo que tenía, y lo que pudo obtener, tratando de mantener la actividad y el empleo. Además, instó a los ayuntamientos para que creasen nuevas tasas para obtener recursos con los que atender a sus obras, empresas y actividades.
También las Diputaciones, y otros entes, absorbieron parte de la financiación, y el restante, que se podía haber dejado a las empresas y familias, tenía su coste que se restaba de las compras. Cuando la crisis ya era patente, la Unión Europea aportó una serie de ayudas (en general monetarias) a los países más afectados, entre ellos España. Con eso se consiguió una importante reducción en el coste, pero la deuda está por pagar.
La vuelta a la creación de empleo y la solidez de las empresas pasa por su propia vía, esto es, ha de ser capaz de mejorar claramente en agilidad y simplicidad, eliminar duplicidades y lo innecesario para reducir costes y mejorar prestaciones. Si eso fuera siempre fácil ya estaría hecho. Para conseguirlo deben actuar tanto la dirección como el resto. El objetivo consiste en conseguir meta tras otra y, más difícil, mantener los logros, sabiendo conseguir otros, para quién son y consiguiendo ser siempre mejor y estar por delante de los competidores.
En general se pueden conseguir más ventas si los precios bajan. Si se hace bien, gracias a que aumentan las compras, se puede conseguir que baje el coste unitario de los materiales que se usan, con lo que aumenta el margen. Por otra parte, la producción más amplia aporta más seguridad y rapidez en las operaciones, lo que equivale a una reducción de costes internos, lo que también puede mejorarse con las sugerencias de los operarios que merecen atención y reconocimiento. La mejora continua es propia de empresas que duran sin envejecer, con personas que entran, dominan su función, continúan aprendiendo, ayudan a los compañeros y están para no irse hasta el retiro.
A primera vista la reducción de precios parece nociva para los productores, pero es atractiva para los clientes y permite más ingresos. Sin embargo, todas las innovaciones, siendo únicas, tienen un precio que se mantiene mientras no hay competencia, pero que baja con esta. Así que no es raro que se busque más cuota de mercado por medio de nuevas rebajas y mejoras del producto.
Cuando se está en situaciones delicadas, como las que generan los excesos del sector público en cuanto a absorción de recursos monetarios, exigencias, duplicaciones innecesarias, creación de empresas y entes varios, son nocivas para las empresas, especialmente las pymes. Estas exigencias generan costes adicionales por el coste y tiempo que comportan, sin que, por su parte, aporten mucho.
Así, es conveniente centrarse en facilitar el cumplimiento de exigencias obligadas, agilizar plazos y reducir costes, con lo que se refuerzan posibilidades y medios. En cuanto a las empresas públicas de todos los niveles deberían ser aprobadas y supervisadas por un órgano del gobierno central que, en su caso, decidiría sobre el cierre o venta de lo que no fuera necesario. Con esto se reduce el coste que soporta el ámbito público, lo que ayuda a reducir la cuantía de su deuda y el coste unitario, al tiempo que permite reducir el monto del pago de los contribuyentes y se facilita la vuelta al crecimiento.
El entorno de la UE también tiene dificultades para lograr una mejora rápida de su economía, por lo que la calidad y cuantía de la exportación junto a la venta interior. Además de bajar los presupuestos, como sostiene Valentí Pich desde la presidencia del Consejo General de Economistas, entre otras cosas, mejoraría con la reducción de la carga tributaria -especialmente de las rentas más bajas-, la devolución parcial de la paga extra de los funcionarios y la reducción de las rentas más bajas.
Joaquín Trigo Portela, director general del IEE.