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La financiación del caciquismo

La Comunidad de Madrid es el territorio que más contribuye a la financiación regional.

No podemos ponernos ahora a discutir la existencia de las Autonomías, porque la Constitución del 78 entrega gran parte del poder al caciquismo regionalista, que España no es capaz de superar durante todo el siglo XX. Así, se dio encaje privilegiado en el nuevo sistema a toda una casta política caciquil, y en buena parte corrupta, que ha venido manejando el poder basándose en el clientelismo político más localista.

La existencia de las autonomías no da respuesta real a ningún problema ciudadano, ya que el manido eslogan de que se gestiona mejor desde más cerca no deja de ser una excusa más en un país en el que ninguna parte de su territorio, ni siquiera las islas, están en realidad lejos, como si esto fueran las extensas llanuras de la estepa siberiana. El nacionalismo y en buena parte el terrorismo, afortunadamente ya pasado, sirvieron de palanca, y el primero aún sirve, para acuñar las mentiras sobre las que se asientan las fuerzas centrífugas que desean la desvertebración del Estado, pero en la práctica no su desaparición, pues basan su acción en la falsedad de una unión nacional forzada, algo que jamás ocurrió en la España del Renacimiento ni con posterioridad. Es muy cómodo gobernar teniendo siempre a quien culpar de lo que sea y ese es uno de los motores que garantizan la unidad imperturbable de España, gran deudora de los que no han hecho ni hacen otra cosa que lucrarse de su existencia.

Así, tenemos que los territorios con concierto económico, un absurdo más, reciben financiación del resto de las comunidades, siendo mucho más ricas que la media, en un ejercicio de insolidaridad que no se compadece con el trato que sus productos y empresas reciben en el resto del Estado, ya sea tanto a la hora de vender como de recibir contratos de las distintas administraciones públicas. Podemos decir que si quien produce y lo hace bien tiene mérito, no por ello deja de tener una deuda de gratitud con sus clientes, aunque en este caso pareciera que son éstos quienes deben estarles agradecidos transfiriendo parte de su renta a su territorio.

Por tanto, uno de los primeros objetivos de todo sistema de financiación autonómica que intente ser medianamente justo y cabal será atacar el problema que conllevan estas excepcionalidades o bien propiciando su reforma, algo muy complejo, o bien estableciendo verdaderos mecanismos de compensación interterritorial al tiempo que se vigile mucho más de cerca la tributación por territorio común de las empresas radicadas en el ámbito foral.

Del reciente estudio de balanzas fiscales, de cuya metodología seguramente no habrá ni podrá haber acuerdo jamás, se desprenden varias conclusiones. El famoso Madrid nos roba no sólo es una falsedad, sino que en la práctica Madrid vendría a ser la más robada en el doble que Cataluña. Así, Madrid se configura como el territorio que más contribuye a la financiación del resto de las autonomías. Pero en Madrid de momento no hay nadie que aproveche esto para taparse las vergüenzas políticas y usan otros medios.

El verdadero problema de la insuficiente financiación autonómica es el desaforado gasto en competencias no esenciales que acometen determinadas autonomías. Por eso, cuando se oye hablar de ese concepto tan emotivo de "dotarse de estructuras de Estado", uno no puede más que acordarse de los Palacios de Ceaucescu o de la colección de zapatos de Imelda Marcos, porque en la práctica no pueden tirar más el dinero con lo que ya vienen administrando: televisiones a gogó, servicio exterior duplicado, organismos para los asuntos más peregrinos y amigos, familiares y vecinos colocados a diestro y siniestro tanto en la Administración como en empresas públicas de dudosísima utilidad, suponiendo la partida de personal en España de promedio un tercio del gasto público.

Por tanto, no hay sistema de financiación que se pueda levantar sin una reconsideración del marco competencial de las autonomías y matizando la autonomía financiera en los casos en que se carece de fondos para educación y sanidad, pero se derrocha en partidas para incrementar la propaganda y el clientelismo político.

España no es ni de lejos el país regionalmente más diverso de Europa, pero quizás sí con los políticos nacionales más serviles ante el caciquismo regional, del cual se alimentan cíclicamente las estructuras de los principales partidos. Así vamos muy mal, porque no hay defensores convencidos del Estado nacional y el discurso nacionalista campa a sus anchas impregnando nuestra vida pública con sus falsos agravios. Tenemos un problema catalán, un problema vasco y hasta en Canarias se dice que hay un problema, pero nadie habla del problema de España, porque ellos quieren presentar que España, de la que tanto obtienen, es, sin embargo, el problema.

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