Firmas

El Valor de la Estabilidad de Precios

  • La pérdida de poder adquisitivo significa un impuesto ilegal y una merma
  • La estabilidad de precios es un gran activo para el empleo y el bienestar
Imagen de Getty

La inflación constituye uno de los desequilibrios económicos que más problemas provoca desde el punto de vista de una eficiente asignación de los recursos. Representa una pérdida de poder adquisitivo, sobre todo en las rentas fijas, salarios, respecto a las variables. La lucha por mantener el poder de compra puede generar una peligrosísima espiral precios salarios, que incide muy negativamente en la competitividad externa del país, que sufre unos precios mayores que sus competidores. Si además se devalúa la moneda, como la peseta en el pasado, para recuperar el camino perdido, ésta genera una mayor inflación, caso de Iberoamérica en los años ochenta.

La pérdida de poder adquisitivo significa asimismo un impuesto ilegal, puesto que favorece a los deudores, y una merma de patrimonio que el Tribunal Constitucional alemán calificó de "expropiación de la propiedad privada".

Se puede distinguir, aunque con dificultad, tres tipos de inflación, según las fuerzas que la desencadenan: la inflación de la demanda es la consecuencia de un excesivo crecimiento del consumo, tanto privado como público, o de la inversión, que no va acompañado de una respuesta suficiente por parte de la oferta.

Inflación de costes

En el caso de la inflación de costes, el desencadenante de la elevación de precios podría ser la escasez de una determinada materia prima o, más generalmente, de algún input primario. Su efecto inflacionista será mayor cuanto más alta sea la participación del producto o del factor encarecido en la estructura de costes de las empresas. Existe una relación directa entre la subida de costes y el ascenso de los precios, pues el coste es el precio de un input que se consume totalmente en el proceso productivo. Ambos se autoalimentan. La globalización significa un incremento de la competencia y un aumento de la oferta que lucha directamente contra este factor.

El trabajo es para muchas empresas el elemento más importante de sus costes. Por consiguiente, cualquier incremento de los salarios monetarios por encima de la productividad del factor trabajo ejerce una presión al alza sobre los precios de la economía, tanto de costes como de demanda. Así, se convierte en una de las causas directas fundamentales de la inflación de costes e indirecta de la inflación de demanda.

Para paliar los efectos negativos de la inflación sobre el poder adquisitivo de los salarios, lo apropiado es hacer todo lo posible para reducir los precios y no, como piensan algunos, limitarse, sin más, a indiciar los salarios por la inflación resultante. Asimismo hay que tener presente que las tecnologías de la información y la comunicación, TIC, favorecen la movilidad del factor trabajo, teletrabajo, y aumenta la productividad del mismo, lo que reduce las tensiones inflacionistas de subida de los costes. Existe también la posibilidad de que la elevación de los precios sea el resultado de estructuras económicas deficientes y rígidas, que limitan, cuando no impiden, el correcto funcionamiento de los mercados. En este caso se habla de inflación estructural. En muchas ocasiones las autoridades económicas generan un cumulo de regulaciones que condicionan y restringen la oferta productiva, distorsionan el funcionamiento de los mercados y dislocan el mecanismo de los precios. Por esto es tan importante favorecer la competencia y restaurar la unidad de mercado.

Subida sostenida y generalizada

Solo se puede hablar de inflación en el caso de una subida sostenida y generalizada de los precios; si por razones de oferta se produce una reducción de precios, se trata de un factor positivo y no de un proceso de deflación. En efecto, ésta puede retraer el consumo y cercenar el crecimiento.

Sin embargo, afortunadamente, España se encuentra en el círculo virtuoso de la estabilidad de precios, consecuencia entre otras razones de la devaluación interna precios salarios que tanto ha beneficiado nuestras exportaciones por la mejora de competitividad que ha provocado; pero sin el problema de la inflación que provoca la devaluación tradicional y sin pérdida de valor de activos y apenas de poder adquisitivo de la mayoría de los salarios.

Asimismo la evolución del consumo privado en los últimos meses está creciendo significativamente, sobre todo en bienes duraderos, automóviles, electrodomésticos, etc., lo que aleja cualquier duda sobre una probable deflación y la necesidad de una mayor expansión monetaria por parte del Banco Central Europeo, por lo que las últimas decisiones de Mario Draghi están creando un peligroso exceso de liquidez y sin embargo el Banco de Inglaterra preocupado por la lógica inflación de activos acaba de tomar medidas en sentido contrario.

La estabilidad de precios, IPC entre -0,3 y 1% es un gran activo para nuestro crecimiento, empleo y bienestar por lo que hay que finalizar con la tradición de la indiciación. Asimismo hay que tener presente que sin inflación, los precios funcionaron como el mejor sistema de información sobre las escaseces relativas en España.

Por vez primera en cuatro meses, la inflación repuntó en abril, medio punto hasta el 0,4%, la tasa más alta desde agosto 2013, tras ajustar el distinto calendario de la Semana Santa respecto al año pasado, lo que se reflejó en los precios de los servicios, sobre todo turismo y hostelería. También los precios energéticos tuvieron un impacto alcista sobre la inflación, al repercutir sobre el transporte y los gastos relacionados con la vivienda (electricidad). Los únicos grupos que amortiguaron la subida de la inflación fueron los alimentos, sobre todo los frescos, y algunos bienes industriales, textiles, menaje del hogar, medicamentos: en el primer caso, su tasa de inflación se mantiene muy contenida, 0,4%, mientras que en el segundo acumula ocho meses en tasas negativas, -0,4%.

Pese a la subida de la inflación, aumenta, tanto el número de rúbricas del IPC en tasas negativas, hasta 23 de un total de 57, dos más que en marzo, como las que estabilizan o ralentizan su tasa de inflación, 40, también dos más que el mes anterior. Tras el mínimo en cuatro años registrado en marzo, la inflación subyacente aumentó tres décimas hasta el 0,3%, la más alta desde noviembre 2013. Por lo que respecta al diferencial con la UEM, se reduce la brecha negativa, tres décimas hasta 0,4 pp.

El dato de junio confirma nuestras previsiones: tras tocar fondo en marzo, la inflación se mantendrá durante el resto del año en tasas moderadas, pero positivas, de forma que cerrará en el entorno del 0,5% y la media anual se situará en el 0,3%.

Juan E. Iranzo, decano-presidente del Colegio de Economistas de Madrid

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky