
Actualmente son más de 3.500 millones las personas que viven en ciudades en el mundo. Alrededor del 50% de la población mundial; con la consideración de que, según las Naciones Unidas, este número crecerá el doble durante los 30 o 40 años próximos. Un drástico cambio, ya que a la vez que la tasa de crecimiento mundial se desacelera, la población se irá concentrando en las ciudades.
Según esta estimaciones, en los próximos 30 años, la población mundial crecerá de los 7.000 millones actuales a los 9.000, mientras que alrededor del 65% será una población urbana. Un hecho totalmente nuevo en la historia, donde, además, ese crecimiento se concentrará casi en su totalidad en los países menos desarrollados.
El resultado es que alrededor de 2030, tres de cada cinco personas, aproximadamente, vivirán en ciudades, con más del 80% de ellas en los países en vías de desarrollo. Las diez ciudades mayores, donde estarán Yakarta, Shanghái, México, Karachi, Seúl, Tokio, Nueva Delhi, etc., superarán con creces los 340 millones de personas. Habrá más de 15 ciudades con 20 millones de personas, unas 10 alcanzarán los 30 millones, y Tokio y Nueva Delhi superarán los 40 millones.
Una situación que, unida en muchos lugares a los cambios demográficos producidos por el envejecimiento de la población y la drástica disminución de jóvenes, creará nuevos y sorprendentes problemas. Lo que se sumará al aumento de la polución y la criminalidad, o la necesidad de gestionar enormes cantidades de residuos procedentes de esa enorme concentración humana, a la vez que muchas zonas quedarán totalmente despobladas, especialmente las zonas rurales.
Las ciudades de 2025
En lo económico, esta situación llevará a que más del 80% del PIB mundial se generará en actividades económicas procedentes de las ciudades, lo que habla de la concentración de inversiones que se dará en esas zonas. Con la característica de que, según The Economist, hacia 2025, las ciudades más competitivas serán por orden de importancia: Nueva York, Londres, Singapur, Hong Kong y Tokio. A la vez que la misma fuente asegura que el PIB combinado de China e India superará el de las siete economías mayores de los países de la OCDE.
De acuerdo con el ranking elaborado por The Economist para 2025, sólo dos ciudades españolas estarán en dicha lista: Madrid, en el puesto 46, y Barcelona, en el 55. Delante, estarán otras ciudades europeas: Londres, como se ha dicho, así como París, Estocolmo, Ámsterdam, Copenhague, Bruselas, Oslo, Ginebra, Berlín, etc., que se encuentran más arriba en la tabla una vez ponderados los elementos que la constituyen: fortaleza económica, capital físico y madurez financiera, carácter institucional social y cultural, capital humano, protección del medio ambiente y atractivo global.
Es sorprendente que ciudades nórdicas como Estocolmo (en el puesto octavo), Copenhague (en el decimoquinto), u Oslo (en el vigésimo sexto) estén muy por delante de las dos ciudades españolas más relevantes. O que, por el contrario, ninguna otra ciudad española entre en la tabla de las 120 ciudades cuando ahí se encuentran, por ejemplo, la mejicana Guadalajara, Alejandría, Lagos o incluso Beirut. Ciudades que, como se ha dicho, serán atracción de fuertes inversiones.
Este análisis pone además en perspectiva otra característica esencial: el concepto de "marca país", que, como apunta dicho análisis, no será el motor de atracción de inversiones. Resultando, por tanto, vanos, los esfuerzos económicos e institucionales que soportan la "marca España" o la "marca Cataluña", ya que los tiempos caminan en otro sentido, y se encaminan a la necesidad de potenciar la "marca ciudad". Baste el ejemplo de que sus países de origen no promocionan ni la "marca Francia" ni la "marca Estados Unidos", sino que se potencian las singularidades que tienen París o Nueva York; lo que acaba generando nuevas sinergias y oportunidades, además de mejoras económicas para el conjunto de esos países.
Pues no hay que olvidar que la influencia de una ciudad no se circunscribe únicamente a su geografía, sino que se expande a su alrededor. Véase el caso, por ejemplo, de la actual exposición El Greco 2014 y la influencia que ha tenido Madrid en ella; pues no es lo mismo que tener una ciudad de millones de habitantes a setenta kilómetros de distancia que tenerla a quinientos. Sin desmerecer, por supuesto, las enormes cualidades turísticas y culturales de la histórica y singular villa de Toledo.
Son las sinergias económicas y culturales que se dan alrededor de las grandes urbes las que sirven de motor a su entorno más cercano. Algo que debería aprovecharse para cambiar el signo estratégico dirigido a la "marca país" para concentrase en la "marca ciudad". Pues, en nuestro caso, Barcelona será el elemento tractor de toda Cataluña, a la vez que Madrid lo será de otras ciudades de su entorno; por ejemplo, Toledo, Segovia o Ávila. A la vez que Andalucía debería pensar en apostar por Granada o Sevilla como elementos generadores de beneficios para el conjunto. Una forma de sumar que, quizás, no sea todavía muy entendida en nuestro país, aunque ya en otros lugares de nuestro entorno se haya iniciado esta senda hacia el futuro.
Eduardo Olier, Presidente del Instituto Choiseul España.