
Por desventura estamos en un largo y pesado período electoral que desvirtúa cualquier análisis sobre los acontecimientos o evolución de nuestra economía. Toda cifra o indicio tendrá lecturas exageradas o extremas según los intereses electorales del interlocutor, al tiempo que podemos contemplar, confusos, al mismo trío de miembros del Gobierno que hace un año presagiaba un largo y duro camino de cuatro años o más para salir de la crisis explicar cómo en apenas doce meses el panorama ha dado la vuelta radicalmente: recuérdese que entonces el paro casi no bajaba en toda la legislatura, previendo cerrar 2015 con una tasa del 25,8%, que en la última actualización de las previsiones queda reducido al 23,3%.
¿Son posibles las nuevas perspectivas económicas presentadas por el Gobierno? ¿Qué podemos decir de los datos reales conocidos en estos días sobre paro (EPA), inflación, crecimiento, etc.?
Vamos primero con la realidad y luego con las predicciones, que algo ocultan de deseos. Es un hecho, se mire como se mire, que la economía española ha empezado a mejorar y que los ciudadanos algo hemos percibido o incorporado en nuestras expectativas, dado el cambio de tendencia en el consumo privado. Nuestro PIB no sólo ya no cae, sino que hemos entrado en tasas de crecimiento positivas, tanto intertrimestrales (desde la segunda mitad de 2013) como interanuales (0,6% en avance del INE para el primer trimestre de este año). En tal sentido, las previsiones de crecimiento del Gobierno para este año (1,2%) y 2015 (1,8%) se estiman bastante ajustadas y realizables, incluso con alguna décima de variación por la que no voy a discutir, siempre que no se alteren las condiciones existentes, como implícitamente suponemos en economía.
La encuesta realizada por la empresa Markit sobre la producción manufacturera española de abril corrobora esa tendencia al alza y señala el mayor ritmo de crecimiento de las manufacturas desde 2010, con cierto impulso de la contratación en el sector e indicios de escasez de existencias o stocks que terminarán teniendo que reponerse, lo que es positivo de cara a las expectativas de inversión, pero con escasa -marginal, dice el informe- creación de empleo en el sector, lo que concuerda con los resultados conocidos de la última EPA sobre el mercado laboral.
¿Cuándo se darán cuenta de que ellos no crean el empleo?
Dejando de lado que parece que esa movilización saliese de sus bolsillos y no de los de cada uno de nosotros; dejando de lado que no es posible endeudarse más (ni sacar mediante impuestos ese dinero propuesto), y mucho menos para producir humo (el ámbito de lo político no sabe ni dónde, ni cuánto, ni en qué debe invertirse); dejando de lado que, a pesar de la forma tan extraordinaria o curiosa -dejémoslo ahí- con que administran sindicatos y políticos nuestro dinero, no se ruborizan por ambicionar la administración de 261.000 millones más cada año, ¿cuándo caerán del burro estos lobbies privados (partidos y sindicatos) que no son ellos, no es el poder ni la Administración en cualquiera de sus niveles, los que crean empleo?
Los datos de la última EPA, correspondiente al primer trimestre de este año, han sido un tanto decepcionantes, sobre todo considerando las expectativas o esperanzas abiertas previamente. Puesto que se extiende y generaliza la señal de que las cosas están cambiando y empiezan a ir mejor, en cierto sentido se esperan resultados mucho más rotundos en el lado del empleo. Pero eso tardará y, sobre todo, igual que sucede con el crecimiento y la recuperación de las rentas o ingresos, irá despacio.
Hemos pasado de una tasa de paro del 8% en el segundo trimestre de 2007 a casi el 27% en el primer trimestre de 2013 y desde entonces se reduce lentamente. Además, considerando tanto la estacionalidad propia del año como que se trata de cifras correspondientes al primer trimestre, estamos ante unas buenas cifras comparativas.
Lo lamentable del empleo es la evolución de la población activa y de la tasa de actividad, tan lánguidas y reducidas, su escasa o lenta respuesta al cambio de tendencia y que el empleo público vuelve a aumentar sin haber completado su reajuste a la baja y el de toda la Administración. Dejo para otra ocasión las previsiones y estimaciones presentadas por el Gobierno a Bruselas.
Fernando Méndez Ibisate, profesor de la Universidad Complutense de Madrid.