El usuario se ve obligaod a aceptar el rpecio qeu salga de la casación entre oferta y demanda.
Hace más de un mes escribimos en estas mismas páginas sobre la necesidad de un pacto energético a largo plazo. Tenía que ver con la fijación del precio del kilowatio/hora por decreto ley, algo que nos parecía un sinsentido si se quería dejar operar al mercado. Y terminábamos el artículo diagnosticando que el problema vendría de nuevo con mayor crudeza para estallarle en las manos al Gobierno. Se supone que, conscientes de ello, el Ministro de Industria y su Secretario de Estado de Energía han decidido adelantarse con una nueva medida que sólo pospone el problema. Según se avanza, el nuevo modelo de fijación de precios ya no será la subasta CESUR (Contratos de Energía para el Suministro de Último Recurso) sino el pool, el mercado mayorista. Lo cual, de nuevo, alerta sobre lo que puede sobrevenir: una ciclogénesis energética utilizando el término atmosférico tan en boga estos días. Ciclogénesis que, como se sabe por experiencia, son de repetición. No acaba una cuando la siguiente se perfila ya en el horizonte. Y esto es lo que sucederá tarde o temprano, ya que si el sistema de subastas anterior no funcionó, tampoco servirá el sistema de casación del pool. No sólo porque el consumidor doméstico andará perdido, sino porque se deja parte del sistema de precios a los vaivenes atmosféricos. Veamos por qué.
El año pasado, al final del invierno y en el comienzo de la primavera hubo mucha agua y mucho viento. Como ahora, más o menos. Del 1 de marzo al 30 de abril de 2013, el precio mínimo del mercado que regula el pool fue cero más de 30 veces; y el máximo alcanzó el cero al menos dos veces. Algo evidente, ya que al regularse el precio según las centrales eléctricas que suministran energía al sistema, como las nucleares funcionan siempre porque no se pueden parar, y las del régimen especial (energía hidráulica y eólica, sobre todo) tampoco se detienen cuando se dan las condiciones de agua y viento, el precio ofertado puede ser cero. Aunque también en aquel período hubo algún día de precios a 90 euros. Quizás entonces no llovió y no hubo viento, con lo que entraron otras energías más caras. Todo ello sin tener en cuenta las subvenciones a las renovables, cuyo coste va por otro lado, si bien incluido en la tarifa. Cuando se mira el ejercicio completo, el precio medio de enero a octubre de 2013 fue de 42,89 euros, más bajo que en Europa que estuvo en los 48,31 euros (considerando Reino Unido, Francia, Holanda, Italia, Alemania y los Países Nórdicos, incluyendo también aquí a España). Esto es lo que quizás ha animado a los responsables del Ministerio a ir por esta vía, pensando en que el tiempo atmosférico será favorable a la generación eléctrica, y que la media seguirá siendo menor en España que en Europa.
Sin embargo, esto no lo es todo, porque el precio del pool supone únicamente el 36 por ciento del precio total. Y los capítulos que se añaden hasta completar el 100 por cien del precio no están relacionados con el devenir del ciclo atmosférico, sino con otros costes ajenos al sistema de producción, como son: los costes de acceso que, aparte de las redes, incluyen costes extrapeninsulares, el régimen especial y las anualidades del déficit, y los impuestos, donde suman el IVA y un impuesto para financiar a las CCAA.
Los responsables del Ministerio dicen que la electricidad puede bajar un 3 por ciento este año. Será que conocen de antemano cómo marchará la meteorología durante 2014. Pues el mercado que regulará los precios de ahora en adelante se basa, como hemos dicho, en un sistema de casación: entran en primer lugar las centrales nucleares, luego, si hay agua, las hidráulicas, ambas a precio cero; después, si hay viento, las eólicas, las de energía solar, y así hasta las de ciclo combinado que son las más flexibles. Todo hasta que la demanda "casa" con la oferta. Imaginemos el absurdo de que para cerrar la demanda un día entrara una última central ofertando un precio de 1.000 euros el kilowatio. Ese día el precio final sería de 1.000 euros. Algo impensable, por supuesto, pero que refleja cómo puede funcionar este imperfecto mercado. Y es que en cualquier mercado el cliente puede elegir el proveedor, cambiar de producto por otro similar y hacer valer con su capacidad de compra el juego de oferta-demanda. Sin embargo, nada de esto es aquí posible; pues el cliente se ve obligado a comprar hoy lo que se consumirá mañana, aceptando el precio que salga de la casación entre la demanda y la oferta, sin distinguir clientes grandes o pequeños, o aquellos tecnológicamente avanzados de los que no lo son. El cliente en este mercado es un consumidor con las manos atadas, que no tiene opción de intervenir en el mercado, sino aceptar el menú que le ponen y al precio que le marcan.
Se dice que se pondrá a disposición de los consumidores toda la información para que puedan elegir cuándo consumir electricidad (aquellos con contadores inteligentes) y verificar si el precio ofertado corresponde con el precio cobrado. Y para evitar las dificultades tarifarias que provienen del precio diario, se habla de un sistema de precios medios bimestrales. Un caos añadido para la mayoría de los consumidores que no sabrán realmente si la luz subió o bajó, y no tendrán medio de comprobar si se les ha aplicado correctamente o no el precio diario del pool. Una nueva improvisación en un elemento clave de la economía como es la electricidad, que complica mucho la gestión de precios y que se volverá como un boomerang contra el Gobierno ya que, al final, nadie quedará satisfecho, ni los usuarios ni las eléctricas. ¿Tan difícil es sentarse y establecer un modelo energético a largo plazo con todos los implicados?