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2014, un año de volatilidad

Muchos países no han aprovechado este período idílico del dinero barato para hacer reformas.

Para muchos analistas y estrategas económicos, 2014 tiene una característica común en materia de inversión y evolución de los mercados financieros: la volatilidad. Una volatilidad que a comienzos del presente ejercicio ya se percibe y que me temo va a estar presente la mayor parte del año.

Muy brevemente, la volatilidad, de acuerdo con la gestión de carteras, no es más que movimientos bruscos del precio de cotización de un activo. Identificada con el riesgo, cuanto mayor sean los bandazos del precio mayor volatilidad y, como muy bien saben, a mayor volatilidad, mayor riesgo y viceversa. Es un concepto básico dentro de la gestión de activos pues el objetivo de la misma es la maximización del binomio rentabilidad-riesgo. Por último, decir que técnicamente el concepto de volatilidad viene identificado con el cálculo estadístico de la desviación típica, normalmente de la rentabilidad o variación del precio del activo, pero también para índices bursátiles.

En el presente ejercicio se suceden una serie de noticias que apuntan a un aumento de la incertidumbre lo que es sinónimo de volatilidad. En primer lugar tenemos un cambio de orientación en la política monetaria de la Fed. Y si hasta ahora el dólar era abundante y barato, la situación ha cambiado. El Banco Central americano está frenando mediante el tapering la política monetaria expansiva que ha venido llevando a cabo en los últimos seis años; nos encaminamos ahora hacia una política neutra o si prefieren normalizada. Hasta el momento los mercados emergentes se habían beneficiado de este esquema, vivían de la llegada de financiación fácil y a muy bajo precio, pero durante este periodo idílico muchas de estas economía no han fortalecido su demanda interna, ni llevado a cabo las reformas necesarias, lo que plantea dudas. Las carteras que antes tenían una sobreexposición a estas áreas, pasan ahora a recomendaciones de neutralidad, en el mejor de los casos, si no a infraponderación. A su vez la situación de los países emergentes se complica aún más pues son altamente dependientes de donde se sitúe el ciclo económico chino. China es el máximo consumidor de los productos que exportan el resto de economías emergentes, los datos que nos llegan deben llevar a ser cuidadosos. Existe un freno al crecimiento chino, las perspectivas inciden en una desaceleración como nos ha mostrado el último dato de PMI manufacturero que se sitúa por debajo del nivel 50, el cual nos marca crecimiento o desaceleración. El impacto más directo lo han sufrido sus divisas, cuyos movimientos devaluatorios y presiones han llevado a los bancos centrales a tener que intervenir por la salida de reservas. Es necesario también tener presente las dudas que mantenemos sobre las entidades de crédito chinas, donde habrá que ver el impacto que puede tener el vencimiento de activos altamente especulativos y con posibilidad cierta de impago. En definitiva nuevas premisas a la hora de la distribución estratégica de las carteras.

Pero la actual normalización de la política monetaria de la Fed, y las que se está llevando sobre las medidas especiales del banco central americano, antes o después, posiblemente para finales de año, darán otro paso más y no será otro que incorporar previsiones de subidas de tipos de interés. Las consecuencia de una posible subida de los Fed funds añade nuevos interrogantes. Hasta el momento, la rentabilidad ofrecida por los títulos de renta fija han tenido una senda descendente y de caída de primas de riesgo. Los tipos en EEUU de los bonos ya han comenzado a subir con el efecto de caída que este movimiento tiene en sus precios, los niveles de default de los bonos de alto riesgo americanos, High yield, se encuentran en mínimos. Hasta el momento había una apetencia por bonos de países emergentes, lo que ya no se produce. Algo que esta misma semana veíamos en Rusia, valga como ejemplo, donde se suspendía por segunda semana consecutiva una subasta. Curiosamente este escenario beneficia a una parte de la renta fija europea una vez que parece que ha calado la no ruptura del euro. Lo que antes eran considerados activos de alto riesgo, deuda pública española por ejemplo, hoy vemos caídas de la prima de riesgo y apetencia por estos activos, incluida renta fija de nuestras empresas y bancos. Ahí está la demanda de Bankia a su primera emisión.

Pero esta situación de dificultad y cambio de percepción incide en la dicotomía renta fija o renta variable. Ya no aparece la renta fija, especialmente la de alta solvencia como es la deuda pública alemana, como un activo a estar presente en las carteras. Si se trata de buscar rentabilidad, la evolución del precio de estos activos puede ser decepcionante y desmotivador de cara a mantenerla en cartera. Pero aquí también aparecen dudas: europea ó americana o incluso, por qué no inglesa.

Hasta qué punto no habrá cambiado la visión económica que antes el euro era una divisa que sufría tensiones cuando hablamos de riesgo, cuando ahora, por el contrario, ya cuestionamos esta relación y ante las tensiones en los mercados monetarios nos llegamos a preguntar si el euro se ha convertido en una divisa refugio.

En definitiva parece que la volatilidad va a estar presente, no tanto por incremento del riesgo, sino por un cambio estratégico de las carteras de inversión, motivando un cambio de escenario económico.

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