
España anda pensando cómo tratar el problema de los políticos catalanes (que no de sus ciudadanos). Los líderes de los partidos nacionales dudan si debe ser defendiendo el estatus actual o derivado a una solución federal. Mientras que en Alemania lo tienen claro: para mejorar el país lo que sea; incluyendo una Gran Coalición CDU/CSU/SPD. Merkel ha decidido gobernar con el más amplio respaldo posible.
Si le fallaron los liberales de centro, bien valen los socialdemócratas. El caso es tener el apoyo parlamentario más adecuado para tomar decisiones. Sus prioridades son los ciudadanos alemanes, luego la construcción europea, por último su interés de partido. El orden es ese, no al contrario ¿Por qué nos da la impresión de que en España priman los intereses de partido sobre los de la nación? El juego de gobierno/oposición es sano en la democracia.
Pero hay asuntos en los que el bien del Estado debe sobrepasar ese juego. Con las cosas de comer no se juega, dice el aforismo. Una de ellas es la integridad territorial. Es verdad que Rubalcaba y Rajoy están de acuerdo en negar el derecho de autodeterminación, enmascarado en el derecho a decidir. Pero no hay una línea homogénea de respuesta. La división respecto a la solución puede ser aprovechada por quienes quieren la ruptura del Estado.
Así que lo primero que deberían hacer PP y PSOE, PSOE y PP, es llegar a un acuerdo sobre la estructura territorial del Estado; luego pactar la estrategia para responder al desafío soberanista; marcar los papeles que cada partido va a jugar y la respuesta conjunta a los partidarios de realizar la consulta. La unión hace la fuerza. Merkel no sólo ha hecho una alianza parlamentaria, no sólo ha constituido un Gobierno de Gran Coalición, también ha pactado un programa de actuación concreto, en el que cada partido ha cedido. Ahora sólo les queda poner en práctica lo que han acordado. Es el momento de aprender de ellos.
J.R. Pin Arboledas. Profesor del IESE.