Los inversores con renta variable europea en sus carteras respiran aliviados. Han visto cómo durante tres años estos portfolios no se movían, mientras al otro lado del Atlántico, el S&P 500 ha subido un 50% en el mismo periodo. Pero ahora existe una corriente de -cauteloso- optimismo en Europa, y en los últimos meses las acciones europeas han tenido un comportamiento relativamente positivo. La esperanza de estar dejando atrás la recesión de forma definitiva y de que el próximo año veamos datos de crecimiento sustenta esta tendencia.
De hecho, observamos signos de recuperación. Se han llevado a cabo reformas, como los primeros pasos que ha dado Francia para cerrar la brecha en los fondos de pensiones, o las continuas reformas estructurales que está llevando a cabo España. Asimismo, se han equilibrado las balanzas por cuenta corriente de muchos de los países en crisis de la zona euro, han disminuido los costes laborales unitarios y ya se descarta un hipotético colapso del euro. Todo ello cuenta con el apoyo del Banco Central Europeo, del que se espera que mantenga su política monetaria expansiva.
En este escenario, tan pronto como las cifras de crecimiento evidencien la correcta gestión de la crisis, deberían empezar a relajarse las políticas de austeridad impuestas en algunos países europeos. Un mayor margen de maniobra para nuevas inversiones permitiría reactivar la economía y, en consecuencia, los beneficios corporativos aumentarían.
Hasta ahora, la mejora en el comportamiento de las bolsas europeas se debe principalmente a las valoraciones. Los inversores están dispuestos a pagar precios más altos por obtener unas ganancias similares. Desde el comienzo del año, las estimaciones del consenso de analistas para el índice Stoxx Europe 600 incluso se han revisado a la baja. De momento se espera que las ganancias de las empresas europeas sólo crezcan un 0,6% en 2013. Sin embargo, para el año que viene se prevé un notable aumento del 13%.
No obstante, las estimaciones deberían revisarse al alza a medida que se estabilice el crecimiento en Europa y se empiece a valorar por los inversores la recuperación económica tanto de esta región como del conjunto de la economía mundial. Las valoraciones no son tampoco exigentes. Los niveles de PER previstos a doce meses vista se sitúan en 12,7 veces para el caso del Stoxx Europe 600, niveles cercanos a la media de los últimos diez años. Las acciones europeas, por tanto, no parecen estar demasiado caras en este sentido. Hasta finales de 2013, todavía vemos un potencial de revalorización a este índice cercano al 10%.
En un entorno de crecimiento económico, preferimos valores de sectores cíclicos como hoteles, construcción o medios de comunicación, así como bancario y asegurador. Se prevé que los bancos se beneficien de una mayor relajación de la prima de riesgo en los países periféricos y de unas mejores condiciones de acceso a la financiación. A nivel regional, los mercados de España e Italia, y, en menor medida, Francia, parecen interesantes. En cuanto a Alemania, sus empresas siguen ofreciendo atractivo al tener un alto componente cíclico, aunque tienen menos potencial alcista en comparación con las del mercado español e italiano.
Diego Jiménez-Albarracín, responsable de Renta Variable del Centro de Inversiones de Deutsche Bank.