
Las negociaciones que se inician hoy viernes en Alemania se presentan complicadas y largas. La formación de un nuevo Gobierno podría postergarse hasta enero. De no lograrse una mayoría para elegir canciller, solo quedaría una salida: nuevas elecciones. Algo que únicamente puede interesar a los grandes derrotados, los liberales del FDP, y a los euroescépticos de Alternativa para Alemania que han estado a punto de lograr entrar en el Bundestag.
El partido de Angela Merkel formará una coalición que irá más allá de las alianzas entre iguales. Lo más probable es que se produzca una coalición entre su formación y los socialdemócratas del SPD. El candidato derrotado en los comicios, Peer Steinbrück, dimitió de todos sus cargos. Durante la campaña se había mostrado reiteradamente contrario a entrar en una coalición de gobierno con los conservadores. Aunque el 65 por ciento de los militantes socialdemócratas están en contra de una gran coalición, ésta es la opción que apoya un 58 por ciento de los alemanes, según el último barómetro político del canal público ZDF. Así pues, democristianos y socialdemócratas intentarán una vez más poner en marcha la fórmula que facilite a la canciller un Ejecutivo estable. La gran coalición es aquello que siempre funciona cuando las demás mayorías aparecen bloqueadas. Es por así decirlo un seguro del sistema parlamentario para el caso de excepción.
Una de las objeciones a la gran coalición es que es una acumulación de poder que anula los checks and balances paralizando la democracia. Es este un argumento a tener en cuenta aunque en la pasada gran coalición (2005-09) el sistema parlamentario no languideció. Hubo una oposición alerta. La Izquierda señaló los déficit de la socialdemocracia. Los liberales defendieron el mercado antes los conservadores. Los Verdes apostaron con vigor por la sostenibilidad. Sin embargo, es cierto que el excesivo poder no es positivo y debe ser sometido a examen. En el caso actual la oposición -formada tan solo por Verdes e Izquierda- sería de una debilidad preocupante. Al no llegar a contar con una cuarta parte de los diputados no tendría siquiera el derecho de solicitar un comité de control o convocar una sesión extraordinaria. Habría que cambiar el reglamento del Bundestag. Sin una oposición operativa y contundente una gran coalición puede conllevar la falta de alternativas y el ascenso del populismo. Si el tira y afloja con los socialdemócratas, que ya han pedido seis ministerios a la canciller, no fructifica Merkel intentará gobernar con Los Verdes. El encuentro con los ecologistas que se encuentran inmersos en la renovación de su cúpula tras la pérdida de respaldo electoral se producirá a fines de la semana próxima.
Aunque la Constitución alemana permite que la CDU forme un gobierno minoritario, Merkel ya descartó esa posibilidad. Sin una mayoría propia, su Gobierno apenas tendría margen de maniobra. Además, el Bundesrat o Consejo Federal, el órgano de representación de los dieciséis Länder, estados federados, clave en el poder legislativo, está dominado por socialdemócratas y Verdes.
Es interesante señalar que los partidos de la izquierda -SPD, Los Verdes y los ex comunistas de La Izquierda- superan en escaños a Merkel. ¿Por qué no forman gobierno que técnicamente es posible? Pese a parecer afines ideológicamente existen diferencias significativas entre estas agrupaciones que hacen que las dos primeras desconfíen de los ex comunistas. No los consideran socios fiables. Más importante es que en la cultura política alemana cuesta mucho entender que se pueda formar gobierno sin contar con el partido que ha ganado por una amplia mayoría, aunque insuficiente. Sin olvidar, claro está, la pura estrategia electoral. Socialdemócratas y Verdes saben que un gobierno tripartito con La Izquierda sería castigado por el electorado en las urnas. Todavía asusta a demasiados votantes de centro. Ya hay experiencias regionales como la de Brandenburgo. Y en el futuro se podrá trasladar a nivel federal. Pero aún es pronto para eso.
Es muy probable que a partir de ahora las alianzas que han funcionado hasta aquí -cristianodemócratas y liberales por un lado o socialdemócratas y verdes por otro- ya no otorguen mayorías suficientes para gobernar. Es por ello hora de que el sistema político alemán ensaye nuevos modelos de coalición: el tripartito aludido más arriba o la de verdes y conservadores. Si esto no se consigue se corre el riesgo de convertir la gran coalición -solución puntual en momentos de crisis- en una receta permanente que lleva a la parálisis.
Marcos Suárez Sipmann, analista de relaciones internacionales. @mssipmann