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Parados en España, sin presente y... ¿futuro?

Imagen de Thinkstock.

Después del proceso de transferencias de las políticas activas de empleo desde el antiguo INEM a las comunidades autónomas, proceso que se realizó a lo largo de más de una década, las políticas activas de empleo de España llegaron a una situación que podemos calificar como anacrónica. Los servicios públicos de empleo se veían obligados a trabajar con programas y medidas anticuadas, cuyo diseño respondía a un contexto, el de los años ochenta, previo a la incorporación de España a la Unión Europea o al euro, a la burbuja inmobiliaria y, por supuesto, a la crisis global de 2007.

Unas políticas activas ajenas a la realidad de las comunidades autónomas, que las gestionaban pero no podían reformarlas, maniatadas por una normativa básica que sólo la administración central podía actualizar. En este panorama estalla la actual crisis económica, y nos encontramos en un contexto en el que nuestras políticas activas de empleo que ya se habían demostrado ineficientes, se demuestran muy alejadas de las necesidades reales de las empresas y de los trabajadores ocupados y desempleados.

A fecha de hoy los antiguos programas de políticas activas de empleo siguen en vigor y continúan limitando y condicionando la actuación de los servicios públicos de empleo. A esta circunstancia se añade la drástica reducción de fondos para políticas activas de empleo de los Presupuestos Generales del Estado de 2012 y 2013. En 2012 se redujo en un 35% el gasto en políticas activas de empleo, fue el concepto con mayor recorte relativo de todos los presupuestos. Un ajuste que traducido a los fondos que manejan los servicios públicos y, considerando el aumento del paro, supone una caída próxima al 75% de la inversión per cápita en programas de inserción y formación.

Las políticas activas de empleo no sólo quedaron ancladas en el pasado sino que se las privó, casi por completo, de recursos económicos. Son muchos los expertos y los organismos internacionales que han denunciado la contradicción de que el país con la mayor tasa de paro de la OCDE, que ha flexibilizado sus relaciones laborales y ha acometido una devaluación interna, elimine en la práctica las políticas activas de empleo.

Cada vez son más los parados de larga duración

En las últimas semanas escuchamos voces que afirman que las políticas activas de empleo son inútiles al haberse mostrado ineficaces. Es verdad que, en un entorno de destrucción masiva de empleo no pueden revertir esta tendencia, pero también lo es, que su inexistencia e ineficacia endurecen la situación de los desempleados y, lo que es peor, comprometen sus oportunidades futuras, aún cuando se inicie la recuperación.

En sólo un año ha crecido en 622.000 el número de parados que llevan más de dos años buscando empleo. Crece el paro de larga duración y más personas agotan sus prestaciones y quedan sin protección. En 2012 aumentó en 120.000 el número de hogares donde no existe ninguna persona perceptora de ingresos.

Por supuesto esto afecta sobre todo a los mayores de 45 años, que día a día alimentan una bolsa de paro estructural. Este año, más de medio millón de personas mayores de 45 años han caído en el paro, un ritmo el doble de rápido de lo que lo había hecho durante el resto de la crisis. Millones de personas que cada día ven reducirse sus posibilidades de volver al empleo, corren el riesgo de ser excluidos definitivamente del mercado laboral.

Al mismo tiempo, miles de jóvenes han sido expulsados del sistema educativo, del empleo y de la formación; según Eurostat casi un millón de menores de 25 años están desempleados, carecen de cualificación y no cursan ningún tipo de formación. Después del desplome de las políticas de formación hay 200.000 parados menos cursando algún tipo de formación que en 2011.

En este contexto, y con la premisa de su máxima eficiencia, es urgente emprender una profunda reforma de las políticas activas de empleo, que las dote de recursos económicos suficientes, y movilice a todos los actores y energías tanto en al ámbito público como en el privado.

Francisco Rueda, director de Formación para el empleo de Élogos.

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