
La propuesta de contrato único se ha planteado para acabar con la dualidad del mercado de trabajo entre trabajadores fijos y temporales. Pero la verdadera dualidad es la de los trabajadores estables y los desempleados, esto es, la división entre trabajadores instalados en el castillo del trabajo fijo, estable y protegido y la de los trabajadores al margen del sistema, desempleados, en situación precaria o irregular, que se quedan excluidos de la fortaleza del trabajo protegido.
Hace ya más de veinte años, los economistas Lindbeck y Snower elaboraron la teoría del empleo insiders/outsiders que explica cómo la protección del trabajador, mediante los costes de despido, mejora sus condiciones laborales e impide la arbitrariedad del empresario. Pero también provoca un aumento de los costes de sustitución de los trabajadores instalados (insiders), de manera que los desempleados y excluidos (outsiders) no pueden sustituirlos ni acceder al empleo estable. La estabilidad en el empleo es un bien precioso para el trabajador instalado pero, para el excluido, es un obstáculo que dificulta su entrada en el mercado laboral. Una buena parte del coste de la protección de los trabajadores establecidos la pagan los trabajadores marginados.
Sobre los costes de despido
Los costes de despido, cuanto más altos sean, suponen una barrera para entrar tanto como para salir del mercado laboral porque desincentivan tanto la contratación como el despido. Donde no hay barreras para la entrada ni para la salida, los salarios se mantendrán en un nivel competitivo, esto es, el salario será igual para un trabajador insider que para un entrante marginal. Pero la prueba de que hay barreras que importan mucho a los instalados es que los salarios son más bajos para los entrantes que para los insiders.
Por tanto, el conflicto de intereses entre los trabajadores instalados y los relegados parece corresponderse mejor con la realidad del mercado laboral que la tesis de que ambos tienen intereses comunes. Estudios empíricos demuestran, además, una impresionante correlación entre la duración media del desempleo de los excluidos y el grado de estabilidad de los trabajadores instalados. Los desempleados permanecen en paro más tiempo allí donde los trabajadores instalados tienen más garantías de estabilidad.
A esta situación se ha llegado en España como consecuencia de decisiones legales contradictorias adoptadas en mitad de los años ochenta. Por un lado, se abrieron caminos a nuevos contratos atípicos, se generaron nuevas figuras como el contrato de nueva actividad, se descausalizó la contratación temporal. Pero, al mismo tiempo, se mantuvo atrincherado, sin cambios, el territorio intocado de los trabajadores ya instalados. Así, el entramado protector de los trabajadores con contrato indefinido permaneció absolutamente incólume. Y eso generó la dualidad que hoy padecemos todavía.
Juan Carlos Arce, profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social en la Universidad Autónoma de Madrid.