Veo y oigo a periodistas y a otros miembros de la orden de predicadores" pregonar todos los días sus soluciones y -¡qué casualidad!- estos grillos (que cantan a la luna) coinciden en que al Gobierno le faltan redaños para hacer la que, según ellos, será la reforma que nos devolverá el bienestar perdido: el adelgazamiento de las administraciones públicas.
Sea como sea, habrá de admitirse que esa dieta de adelgazamiento (consistente en poner a más gente en la calle) no le hará ningún bien a la Seguridad Social (vía subsidios de paro) ni a las cifras del desempleo. Será, además, un palo -uno más- sobre las ya dolientes espaldas de las capas medias españolas. Digámoslo de una vez: no existen soluciones rápidas ni milagrosas o, como decía mi abuela, vísteme despacio, que tengo prisa. Y volviendo a los predicadores, ¿qué opinaban ellos, por ejemplo, del boom inmobiliario? No recuerdo haberles oído nada acerca de aquella bola de nieve que se nos venía encima. ¿No la vio venir nadie? ¿Y los banqueros y los constructores tampoco? Hubo muchos estudios que anunciaron el desastre cuando aún era posible atajarlo.
He aquí una muestra de 2004: Desde hace tiempo vengo reiterando la insostenibilidad y desmesura del boom inmobiliario y el progresivo agotamiento del modelo socio-político-institucional que lo sustenta. [?] La exhausta capacidad de financiación de los hogares, unida al declive demográfico, planteará un techo ineludible que hará declinar las espectaculares tasas de crecimiento, en precios y en cantidad, del parque de viviendas. [?] La verdadera asignatura pendiente no pasa por seguir favoreciendo, a toda costa, la expansión de un negocio inmobiliario que se revela sobredimensionado e insostenible, sino por proceder a la cada vez más obligada reconversión de las políticas e instituciones relacionadas con el mismo (un artículo firmado por José Manuel Naredo en Información Comercial Española) ¿nadie hizo caso a estas advertencias?
Joaquín Leguina. Estadístico.
