El "giro" hacia Asia, el enfoque estratégico de Obama para atraer a sus emergentes mercados, se dirige al sur del continente. Esto implica un reequilibrio de los esfuerzos norteamericanos desde el noreste a los países de Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). Muestra de ello fue la elección de Tailandia y Camboya para el primer viaje de Obama al exterior desde su reelección.
En la XXII cumbre de la ASEAN, los próximos 24 y 25 en Brunei, la organización quiere acelerar la formación de una Comunidad Económica prevista en 2015. El sector privado será crucial. Las economías del grupo pueden alcanzar un crecimiento conjunto del 5,3%. El Consejo Empresarial Estados Unidos-ASEAN ha realizado programas de incremento de capacidad de las Pymes. Estos planes implementados con éxito en Indonesia y Filipinas se iniciarán en Vietnam.
Obama también visitó Birmania, que intenta salir de su aislamiento internacional. EEUU pretende explorar áreas para apoyar el desarrollo de prácticas e instituciones democráticas. El otro objetivo, no reconocido explícitamente, era compensar en parte el ascendiente que China ha sido capaz de ejercer sobre Birmania durante años de sanciones.
Los países asiáticos ven con preocupación el incesante crecimiento económico y nacionalismo chinos. EEUU está estableciendo un muro de contención alrededor de China. La construcción de su escudo antimisiles asiático, más que contra Corea del Norte, está en realidad orientado a China. Ahora el rearme y reposicionamiento norteamericanos se extienden del este al sur.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, defiende la reorientación de la política exterior de Washington pero Pekín afirma que esta política envalentona a sus vecinos en antiguas disputas territoriales. EEUU sostiene que su estrategia de reequilibrio no está dirigida contra China. Pero en este país la percepción es la contraria.
China ha reclamado la soberanía de casi todo el mar de China Meridional (casi un tercio mayor que el Mediterráneo). El vicepresidente norteamericano, Joe Biden, por su parte afirma que: "El mar de China no es de China". En concreto dos archipiélagos, las islas Paracelso y las Spratly, están sujetos a una disputa territorial entre las zonas costeras de China, Taiwán, Filipinas, Malasia, Brunéi, Indonesia y Vietnam. Además de las razones estratégicas pesan las económicas. Por este mar pasan las grandes rutas de comercio, hay enormes reservas pesqueras y se cree que existen grandes depósitos de petróleo y gas.
La relación de India con Asean es una de las piedras angulares de su política exterior. Por ello EEUU trata de incorporar India a su esquema de alianzas. No es tarea fácil pues las políticas hacia Pakistán e Irán enfrentan periódicamente a Nueva Delhi y Washington.
EEUU alimenta hasta un punto la tensión indo-pakistaní. Al tiempo que intenta mantener bajo su autoridad a Pakistán, Washington quiere atraer a India a su esfera de influencia. En efecto, a EEUU le interesa una cierta tensión entre India y Pakistán ya que facilita su intervención. Un ejemplo: Cachemira. La situación ha mejorado. Sin embargo, EEUU habla de la hipotética amenaza para India de unas bases militares que China podría establecer en la Cachemira pakistaní. Mientras China busca aumentar la cooperación estratégica con India cuyo primer ministro indio, Manmohan Singh, considera que Pekín ha optado por soluciones pacíficas, EEUU estimula la desconfianza entre ambos gigantes.
Un punto de fricción entre la mayor dictadura y la mayor democracia del mundo ha sido Tíbet. La meseta tibetana y sus alrededores constituyen un cuarto del territorio chino y es la fuente de agua para China, India y Bangladesh.
El Tíbet es una zona de altísimo valor estratégico que separa el corazón de China del subcontinente indio, proporcionando seguridad y estabilidad. Salvo catástrofe en China, es altamente improbable que el Tíbet obtenga la independencia. En el norte de India, donde se asienta el Gobierno tibetano en el exilio, el radicalismo tibetano no ha cesado de crecer.
El poder norteamericano sobre Pakistán ha bajado notablemente. Capital chino financió en gran medida el desarrollo del puerto pakistaní de Gwadar, a 70 kilómetros de la frontera iraní y apenas 400 del estrecho de Ormuz, punto estratégico para el transporte marítimo de petróleo. China se aseguró así una presencia naval en el Océano Índico y aérea en el corazón de la economía petrolera. La presencia de Estados Unidos que se está reposicionando asimismo en el océano Índico tendrá que buscar nuevas asociaciones para contrarrestar el empuje chino.
Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales. @mssipmann