
Ávidos de noticias económicas positivas, hemos acogido con satisfacción y esperanza el espectacular arranque del año en lo tocante a datos financieros a corto. En apenas 11 días de 2013 el Ibex 35 acumula una subida del 6% (2,7% en la primera semana sin fiestas, del 7 al 11 de enero), en lo que supone el mejor arranque de año desde 2001.
En ese mismo tiempo, la prima de riesgo ha descendido 65 puntos básicos, alcanzando el 11 de enero los 324 puntos básicos, la mitad respecto de su récord histórico de julio pasado (649 puntos básicos), dejando la rentabilidad del bono español a 10 años por debajo del 5%. Incluso varias grandes empresas españolas, que hacía tiempo apenas intentaban -por las condiciones- o lograban colocar deuda en los mercados financieros, han captado hasta 7.250 millones de euros en dos semanas.
Parece que el rumbo se ha trocado o, al menos, se ha enderezado y podemos constatar en los datos -también en los de paro registrado- lo que pudiera ser un giro de tendencia que todavía no será inmediato y que debemos interpretar con muchas cautelas. ¿Por qué desinflar el optimismo? Porque, como suele decirse, "un dato no hace tendencia"; variante del dicho popular "un grano no hace granero?", que, no se olvide, se completa con "pero ayuda al compañero". Y ahí está la clave: ¿cómo serán los datos que conozcamos en los próximos trimestres? En todo caso, puede haber una constatación empírica de que los esfuerzos y el rumbo de las duras medidas económicas logran resultados correctos, aunque sigo creyendo que la forma no siempre ha sido la adecuada y que debería haberse evitado lo más posible la subida de impuestos incidiendo mucho más en los gastos, y permitiendo una reforma de todo el sistema tributario que baje los tipos, revise la base sobre la que recaen los impuestos (mediante una reducción de la progresividad), simplifique las figuras y sus estructuras normativas y aumente la transparencia.
Pero hablo de tendencias y no de datos. Los de paro son malos. Seguirán empeorando y todavía al final del año habremos destruido empleo, pero menos y, en la última parte de 2013, mucho menos. El paro siempre sigue con retardo la evolución de la producción y ésta también será negativa para el conjunto del año aunque menos, y al final del año incluso podríamos empezar a ver otro signo.
La prima de riesgo es todavía enorme y parte de su reducción se deberá no sólo a nuestra evolución, sino a la del bono alemán, que elevará algo su interés, dada la marcha económica de Alemania. Pero tienen razón las autoridades europeas (Draghi y Rehn) cuando afirman que, aun quedando mucho por hacer y no debiendo bajar en absoluto la guardia, comienzan a percibirse ciertos signos de estabilización y mejora de la confianza en la Eurozona. Sin duda, a ello contribuyeron las declaraciones de Draghi en julio, con el famoso "créanme, eso será suficiente", que pareció convencer a los mercados financieros mundiales sobre la disposición categórica de los líderes europeos a utilizar cualquier medio -costeado por los ciudadanos, desde luego- para sostener el euro.
Dependemos de nosotros mismos y del exterior. Respecto de lo primero, es fundamental mantener y aun aumentar nuestra lucha contra el déficit, siendo ambiciosos al respecto (eso sí, reduciendo mucho más los gastos, incluso hasta el punto de poder bajar impuestos), y debemos acometer todo tipo de reformas de calado aún pendientes o a medias, por supuesto, en la buena dirección: la que saca las manos de los políticos de los bolsillos, vidas y haciendas de los ciudadanos. Ningún político, partido, sindicato o burócrata nos está sacando de ésta y los cambios de tendencia son fruto del esfuerzo ciudadano, por lo que cualquier señal de autocomplacencia por parte de Gobierno u oposición, que con muchas de sus medidas nos han metido o han ahondado en esta situación de penuria económica y retrasan la salida, será una nueva rémora o freno a la segura salida de esta crisis.
El sector exterior ha sido, hasta ahora, lo que ha permitido que los datos no fuesen peores de lo que son, no sólo desde el punto de vista comercial (balanza corriente), sino de negocio de nuestras principales empresas y de salida para una parte de nuestro capital humano. Pero también pudiera ser fuente de problemas para nuestra economía si, por ejemplo, tanto nosotros como otros países en posición débil (Italia, Francia, Irlanda, Portugal o Chipre) cometen el error de relajar la lucha contra el déficit -y por ende la deuda pública-, reproduciendo los riesgos sobre el sistema euro, o si los serios problemas presupuestarios y monetarios que afronta EEUU estallan.
Fernando Méndez Ibisate de la Universidad Complutense de Madrid.