España está en depresión. Depresión económica, social, política e institucional. Muchas son las razones de la depresión. Pero, a mi entender, su fundamento es claro: no hemos sido capaces de entender los cambios radicales que la economía y la sociedad mundial han experimentado durante los últimos años ni de reaccionar a ellos. No estamos siendo capaces de adaptarnos a la nueva ola, al nuevo paradigma económico y social. Esta nueva revolución tiene en la globalización y el conocimiento el centro de todo. En teoría, la solución es fácil. Si queremos salir de la depresión debemos incorporar a la sociedad española en la economía y la sociedad global del conocimiento.
Pero el lector del artículo, espero que muchos, puede pensar: si es tan fácil, ¿por qué no lo hacemos? ¿Cuáles son las restricciones que impiden este proceso de transición? En primer lugar, nos falta visión. Estamos intentando resolver los problemas de la depresión con soluciones antiguas. Del mismo modo que John Maynard Keynes desarrolló su teoría general basada en el impulso de la demanda y el Estado del bienestar en los años 30, hoy necesitamos una nueva aproximación, teórica y práctica, a la resolución de las depresiones económicas y sociales en el contexto de la globalización y el conocimiento. Y, aquí, está una buena parte del problema. Salir de la depresión significa aceptar los efectos positivos de la globalización y el conocimiento. Desarrollar un nuevo proceso de creación de valor económico y social, basado en el trabajo intensivo en conocimiento. En otras palabras, en una economía y una sociedad emprendedoras e innovadoras.
¿Y la misión? ¿Cómo lo hacemos? Un previo muy importante: en la economía global del conocimiento, la producción es el motor de la prosperidad. Sin un tejido productivo eficiente y competitivo, en nuestro caso, sin un tejido de pequeñas, muy pequeñas y medianas empresas interconectadas en red y con una producción de bienes y servicios singulares, diferenciados, innovadores, no hay nada que hacer. Sin empresas conectadas a los mercados globales del conocimiento no hay trabajo, ni consumo, ni ahorro, ni bienestar. La misión es crear y transformar el tejido empresarial para que sea capaz de competir en la nueva ola.
¿Y cómo deben reaccionar los agentes económicos, políticos y sociales? He aquí la segunda parte del problema. Empresarios, trabajadores, patronales, sindicatos, sociedad civil, políticos y agentes del sector público, en especial la universidad, han de reorientarse y trabajar para y por el cambio.
Nuestras empresas deben reconstruir su proceso de generación de valor hacia la coinnovación, hacia una producción de bienes y servicios innovadora, que introduzca los usos intensivos de la tecnología, las nuevas formas flexibles y autónomas de organización del trabajo, y la formación constante de empresarios y trabajadores.
Los trabajadores deben centrarse en sus condiciones de ocupabilidad, por disponer de las competencias necesarias para trabajar e innovar en el nuevo contexto. Deben olvidarse del trabajo estable y las relaciones laborales, y preocuparse por el empleo continuo y la organización del trabajo.
Patronales y sindicatos deben dejar de responder a los intereses del statu quo y trabajar para el cambio, para construir una economía flexible, innovadora, eficiente, competitiva, y con responsabilidad social y ambiental.
Todo esto es imposible sin un cambio en profundidad en la política. Para salir de la depresión la política debe refundarse. Misión a medio y largo plazo, desconexión con el poder financiero y mediático, no confundir objetivos con instrumentos y establecer un nuevo contrato con la ciudadanía a través de un servicio competente, transparente, claro y responsable son algunas de las piezas de la refundación política. En España hacer política hoy para salir de la depresión significa trabajar para la cesión de soberanía hacia Europa, trabajar para el cambio económico y social basado en el conocimiento aunque ello suponga tensiones con los agentes que no quieren cambiar, entender que las condiciones macroeconómicas de estabilidad financiera son un instrumento, no un objetivo, y, sobre todo, comunicar y relacionarse con la ciudadanía a través de un mensaje claro y sin manipulaciones. El arte de la política es el arte de la elección. Y en la elección de políticas está la diferencia. De la prima de riesgo, el interés por el instrumento, por el corto plazo y por las dinámicas de clase hacia la sociedad emprendedora, al interés por el objetivo, por el largo plazo y por las dinámicas de crecimiento económico y articulación social. A grandes males, grandes soluciones.
Joan Torrent-Sellens, Director de la UOC Business School.