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España se convierte en 'Austeria'

Imagen de Thinkstock.

El 6 de junio el Washington Post publicó un artículo titulado 'Desde Krugmania a Draghia: cinco caminos para salvar el euro'. El autor describía seis países inventados que representarían a Europa según se acometieran unas u otras medidas económicas. Países con los nombres de Austeria, Draghia, Bondia, Europhilia, Inflationia y Krugmania.

¿Dónde preferiría vivir?

Austeria sería el paradigma de los ajustes fiscales y las medidas de austeridad.

Draghia jugaría con la bajada de tipos de interés, a la vez que promueve una cierta unión bancaria europea bajo control del BCE.

Bondia, constituiría la ya impensable Europa de los eurobonos, a la que Alemania se enfrenta con todas sus fuerzas.

Europhilia representaría la combinación de las dos anteriores; es decir, una Europa con eurobonos y una fuerte unión bancaria.

Inflationia sería el caso límite de Draghia, con una política monetaria que dejara correr la inflación para estimular la economía.

Y, finalmente, Krugmania, representaría la casa de Paul Krugman; es decir, el país de los muchos estímulos fiscales basados en la inversión pública, donde hay que ser tolerante con la inflación.

El articulista refería un estudio del banco ING: 'Roads to survival: how EMU break-up could be avoided', donde se exponían con detalle las diferentes opciones anteriores. El informe alertaba sobre los peligros de llevar a cabo un excesivo ajuste fiscal como única política para salir de los problemas actuales. El riesgo de transitar por una política de austeridad excesiva puede ser el anticipo de una quiebra. Además, el informe de ING recomendaba lo que sus autores definían como las tres erres: reformas, reflación y redistribución.

Las reformas estructurales son necesarias desde el lado de la oferta para estimular el crecimiento económico. Así, se recomendaban medidas "micro" apoyadas en una mayor liberalización del mercado de trabajo, a la vez que proponía abrir más a la competencia la oferta de productos y servicios; una circunstancia que debía ser acompañada de una "drástica" reducción del sector público, pues el tamaño de lo público suele ser la causa primera del excesivo gasto y de otras muchas ineficiencias. La reflación hacía referencia a la necesidad de compensar la pérdida de impulso económico debido a un exceso de cargas fiscales. Y la redistribución proponía incentivar la economía desde el centro de Europa; es decir, la necesidad de realizar transferencias de ingresos hacia los países periféricos mediante inversiones públicas en sus mercados, ya que estas inversiones serían motor de generación de riqueza en los países del sur.

España sufrirá al transformarse en Austeria

Sin embargo, el planteamiento que se está imponiendo es el de los drásticos ajustes: un camino hacia Austeria. Un pensamiento muy a la alemana, que considera que el debate de austeridad o crecimiento económico no tiene sentido; pues lo que hay que lograr para calmar a los mercados es una profunda reforma por el lado de la oferta, es decir, fuertes ajustes estructurales unidos a la presión fiscal para generar ingresos, ya que, según este modelo, los ajustes, aunque penosos en el corto plazo, demuestran ser una válida opción en el tiempo, como sucedió en Alemania a principios de los años 2000.

Sin embargo, el problema es que la experiencia alemana de los primeros años de este siglo no es aplicable a los países del sur de Europa, y mucho menos a España. Primero, porque las condiciones macroeconómicas de entonces y ahora son muy distintas. Segundo, porque la situación de Alemania en 2003 nada tiene que ver con la española de 2012. Y, tercero, porque la excesiva austeridad paraliza la economía, y volverla a poner en funcionamiento costará mucho tiempo y enormes esfuerzos.

España se encuentra inmersa en una importante recesión que, como poco, durará un año más, es decir, hasta 2014. Además, su sistema financiero se encuentra en profunda crisis, con lo que su función de motor económico está anulada. Y finalmente, la aparente ganancia de productividad es un espejismo, ya que se sustenta en el desempleo, que en el mejor de los casos terminará en el 25% en 2012.

Convertir a España en Austeria, sin otras medidas de estímulo económico, tendrá efectos aún más negativos. Máxime cuando gran parte del coste del ajuste va a recaer en las clases medias, con el efecto que esto tiene en el consumo. A lo que hay que sumar las mayores dificultades que tendrán autónomos y pymes, centros de la generación de empleo en nuestro país. Es fundamental que junto a los ajustes se desarrollen políticas activas de empleo, se ponga en marcha una política de inversiones que movilice a los sectores productivos más dinámicos y se empuje a la exportación. Generar empleo, mover el consumo y aumentar la exportación no es posible sólo con ajustes. Y de no hacerlo la crisis se enquistará como un parásito en el sistema económico.


Eduardo Olier, presidente del instituto Choiseul España.

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