
El Ministerio de Industria ha anunciado que previsiblemente pondrá sobre la mesa, durante el mes de junio, la reforma integral del sistema eléctrico español, reforma que ya dejó apuntada con las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros del pasado 30 de marzo. Entre las medidas adoptadas, se tomó una que afectaba directamente a la interrumpibilidad o gestión de la demanda, con un recorte del 10% de su cantidad total.
La gestión de demanda de interrumpibilidad es un servicio existente que ofrece la gran industria en muchos sistemas eléctricos de Europa. Consiste básicamente en una reducción del consumo, pactada mediante contrato, por parte del proveedor del servicio ante una orden del operador del sistema con objeto de garantizar la seguridad del suministro y evitar apagones. Es un servicio de último recurso para el operador del sistema, que tiene la seguridad de que con su activación recupera el equilibrio tras una perturbación importante.
La sociedad, en la que vivimos, es electro-dependiente y basta con sufrir un pequeño corte de suministro de electricidad, en nuestro hogar o en la oficina, para darnos cuenta de lo vital que es para nuestro quehacer cotidiano el disfrutar de un suministro de electricidad fiable y seguro. Las causas que pueden dar lugar a un apagón, (local, regional o nacional), se deben principalmente a fuertes desequilibrios entre la producción y el consumo, causadas por pérdida súbita de grandes aportes de producción, caídas del tendido eléctrico, por ejemplo por el paso de grandes tornados o intensas nevadas, o una combinación de estas incidencias de generación-red.
En España, la gestión de la demanda se hace más necesaria que en otros países por el peso de las energías renovables, mucho menos predecibles, ya que el operador del sistema (Red Eléctrica de España) necesita una modalidad alternativa ágil que garantice la seguridad del suministro y que sea capaz de adaptarse en poco tiempo a las necesidades de demanda. Tenemos que tener en cuenta que ante un desequilibro o desfase, la mayoría de las centrales de generación, por su inercia, tardan varios minutos en adaptarse a las nuevas condiciones de funcionamiento del sistema. Estos minutos son vitales para evitar que se puedan producir apagones en cadena y aquí es donde el servicio de interumpibilidad es imprescindible para la gestión de la demanda.
Además, el sector cementero ofrece el servicio de modulación, que es parte del sistema de gestión de la demanda, adaptando sus molinos para que trabajen por las noches y fines de semana, con el consiguiente coste añadido de personal que implican los pluses de trabajo en dichas condiciones, lo que ha redundado en que entre el 55% y el 85% del consumo industrial sea en horas valle. Es decir, la industria cementera se ha adaptado a utilizar el sistema eléctrico cuando tiene menos demanda por parte de los hogares, los servicios y las pequeñas y medianas empresas. Esto equivale a que todo el transporte de mercancías por carretera y su distribución en las ciudades se realizase por las noches para evitar puntas de tráfico. Esta forma de consumo contribuye a lo que se denomina técnicamente aplanamiento de la curva de carga, vital para reducir las pérdidas y la necesidad de inversiones en distribución y transporte eléctrico.
Sólo la industria cementera ha invertido más de 450 millones en sistemas expertos de gestión de la energía, equipos para poder modular su consumo y en grupos electrógenos para mantener la electricidad mínima necesaria para garantizar la seguridad de la actividad fabril en caso de interrupción.
Estos servicios facilitan la competitividad global de la industria en las condiciones actuales y proporciona seguridad al abastecimiento eléctrico del país. Si se modifica la prestación de este servicio y su retribución, todas las inversiones realizadas hasta el momento para ello serán totalmente improductivas y la industria española estará en inferioridad de condiciones para competir con el resto de países de su entorno.
Pero ya no es sólo cuestión de las inversiones realizadas por la industria o el pago de la interrumpibilidad, es cuestión de seguridad nacional, de tener un sistema que tenga el menor riesgo posible de caída y que el suministro eléctrico esté garantizado ante cualquier tipo de contingencia.
¿Cuánto vale tener un sistema que evite el cero como ocurrió en Alemania en 2006 o en Italia en 2003, cuánto vale proteger al país de un apagón total?
Pedro Mora Peris, director industrial de Oficemen.