Firmas

'Plan Marshall' alemán para Grecia

Hace seis meses, hablar de que Grecia podía abandonar el euro era visto como algo muy poco probable, por lo que prácticamente nadie se tomaba en serio el asunto. La Grexit, como ha sido apodada la salida de Grecia del euro, es vista cada vez más como un hecho real. Citibank da un 75% de probabilidades de que Grecia abandone la moneda única en los próximos dieciocho meses. La casa de apuestas británica William Hill lo ve como algo tan seguro que ha dejado de realizar apuestas sobre ello. No es difícil entender por qué. Los griegos ya no aceptan más austeridad. Los alemanes dejarán de prestar dinero a Grecia si ésta no toma la dura medicina que le ha sido recetada. Fin del juego. Las indicaciones rojas de salida se han encendido.

Existe un pero a este análisis: que no va a suceder. Alemania se dará cuenta del riesgo que ello implica, se comerá sus palabras y saldrá con un megarrescate. En lugar de una Grexit veremos un Plan Grashall, como se conocerá en breve al Plan Marshall para Grecia, destinado a reflotar la economía griega y mantener el escalonamiento del euro, al menos durante un par de años más.

No hay duda de los motivos que han llevado a los mercados a darse cuenta de repente de lo real de la posibilidad de que Grecia abandone la moneda única. Las elecciones griegas rechazaron claramente el plan de austeridad impuesto por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. A menos que se adhiera al plan, Grecia no volverá a recibir más inyecciones de dinero para rescate. Y el país está en quiebra. Su déficit presupuestario es todavía enorme, sin posibilidad de recaudar fondos por sus propios medios en los mercados de capital. No va a haber dinero para pagar a los obligacionistas. La Policía, el Ejército y los funcionarios públicos no van a poder cobrar sus sueldos. Sin la última bala en forma de dinero de rescate, Grecia va a tener que cerrar literalmente.

Los griegos no soportan más austeridad

Con pocos signos que evidencien una inminente formación de Gobierno, nos encontramos ahora con unas nuevas elecciones el próximo mes. Pero es muy poco probable que se obtenga un resultado diferente. Los griegos votaron contra la austeridad en mayo y probablemente lo hagan de nuevo en junio. Poco más hemos visto que pueda hacer cambiar la opinión de los ciudadanos. Unas nuevas elecciones podrían dar lugar a una mayoría contraria a la austeridad aún más decisiva.

Mientras tanto, funcionarios alemanes han empezado a informar de que el terreno ya está preparado y de que una Grexit es ahora un hecho razonable. Los periódicos germanos de repente se llenan de informaciones de altos funcionarios gubernamentales indicando que todo está bajo control. Con total seguridad, no desean que Grecia abandone el euro, y tampoco nadie les está forzando a ello. Pero, si sucede, sucede. Tal vez haya caos en los mercados, pero existe un plan en marcha para acompañar a Grecia sutilmente hasta la puerta. Y para que el euro, a su vez, emerja intacto.

Todo va encaminado a hacer que la Grexit se convierta en un hecho. Pero no lo es. Los alemanes son duros. Cuando se trata de contracción, en cambio, encienden la luz de alarma y sueltan un paquete de medidas al estilo del Plan Marshall para mantener a Grecia en el euro. Aquí tenemos el porqué. La Grexit es una estrategia con un riesgo muy elevado. No hay forma de saber si se puede evitar el contagio a otros países. Es cierto que se pueden crear cortafuegos en torno a los bancos y tratar de asegurar así que las pérdidas en bonos no representen una catástrofe para el sistema financiero. Puede aumentar también la estabilidad financiera y puede mantenerse al FMI como retén para apagar cualquier incendio que pueda producirse. Puede celebrarse toda una serie de cumbres de urgencia para declarar solemnemente que, aunque los griegos salgan de la unión monetaria, eso no evitaría que portugueses o irlandeses fueran detrás. Aunque ciertamente no es el caso de italianos o españoles.

Posible fuga de capitales

El problema es que realmente no se sabe cómo se van a desarrollar los acontecimientos. Nadie antes ha intentado romper la moneda única. El dinero puede empezar a fugarse de todos los países en riesgo de salida del euro. Podríamos ver los Fiat cargados de euros italianos cruzando la frontera para depositarlos en los bancos alemanes. Y lo mismo podría suceder con los Seat, cargados de euros españoles, camino de los bancos franceses. No tiene mucho sentido mantener el efectivo en un país en riesgo. Una retirada masiva de depósitos fácilmente podría quedar fuera de control y, en apenas unas horas, hacer saltar por los aires los planes mejor trazados.

Acto seguido, la economía griega podría colapsarse por completo. Y la sociedad con ella. Un dracma reintroducido de forma apresurada no valdría nada. Grecia no podría pagar la gasolina de los coches de policía ni las medicinas de los hospitales. La ley y el orden podrían romperse. Podría comenzar a verse un reguero de refugiados cruzando las fronteras. Nadie tiene la menor idea de lo que sucedería, pero podría ser muy malo. Y lo peor de todo: la UE, y Alemania en particular, serían culpables de ello. Por supuesto, existe una alternativa. Los griegos no pueden continuar con la austeridad que se les ha impuesto. No se puede esperar que un país soporte caídas anuales en el PIB del 7% o más, y del 50% en la tasa de desempleo juvenil durante años. Simplemente, no es aceptable.

Pero Alemania y el resto de la UE podrían salir con un paquete de medidas de ayuda al estilo del Plan Marshall para Grecia. Muy poco dinero del rescate recibido hasta el momento ha ido a parar a los griegos. La mayoría ha ido para los banqueros. Un paquete de 2.300 millones de euros (el equivalente al 10% del PIB reducido de Grecia) para reflotar la economía sería comprar Grecia temporalmente.

No funcionaría en el medio plazo, pero sí haría que las cosas funcionasen. Y es que, en una crisis, los políticos trabajan con plazos de tiempo muy cortos. ¿Qué es mejor: el riesgo de una catástrofe a gran escala o un paquete de rescate de 2.300 millones que sirva para dar un respiro?

Olvidémonos de la posibilidad de una Grexit. En su lugar, habrá un megarrescate, un Plan Grashall. Y, cuando esto ocurra, los mercados se subirán al carro.

Matthew Lynn, Director ejecutivo de Strategy Economics. Su último libro es The Long Depression: The Slump of 2008 to 2031 (Endeavour Press).

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