La vivienda sigue sin ajustar sus precios y consecuentemente el mercado inmobiliario continúa sin una tendencia que aminore de alguna manera la difícil situación en la que se encuentra en los últimos cuatro años. En el último trimestre de 2011, la caída de los precios ha sido del 11,2%, un retroceso que se suma a los ya registrados en los quince últimos trimestres.
El Gobierno trata de lograr con legislación que este sector levante cabeza y el negocio vuelva poco a poco a formar parte de la economía española. Sin embargo, todavía no ha encontrado la fórmula, porque la medida que parecía más clara, que es la de que bancos y cajas regularizasen sus balances con precios más ajustados a la realidad tampoco termina de dar frutos. Incluso alguna entidad ya ha anunciado que creará una sociedad independiente donde traspasar sus activos inmobiliarios.
Así las cosas, la burbuja inmobiliaria todavía no se ha pinchado de forma contundente y tan sólo está sufriendo ligeras rebajas de precios, que no terminan de ser objeto de deseo de los compradores. Es decir, los posibles interesados siguen esperando a que los precios se ajusten aún más a la realidad de lo que creen que valen las viviendas. En primera mano se comprueba desde el año 2008 que la caída de precios es menor (-16,1%)que en viviendas de segunda mano (-28,7%).
Esta tendencia viene a demostrar además que los que tienen pisos en stock siguen aguantando y bajan menos sus precios; mientras que en segunda mano, habitualmente particulares, negocian mayores bajadas de precios, en muchas ocasiones por pura necesidad.
Y en la situación actual el Gobierno decide cerrar la Sociedad Pública de Alquiler. Así lo hizo el pasado viernes el Consejo de Ministros, con todas las consecuencias. Una empresa pública que hasta ahora tenía 37 millones de euros de pérdidas y que gestionaba 4.500 arrendamientos y que el Ejecutivo del PSOE creó en 2005 con la esperanza de obtener beneficios en 2008. En España podemos mantener el tópico de que no hay cultura de alquilar pisos.
Parece pues claro que el mercado inmobiliario, si quiere estabilizarse, necesita demostrar que puede hacer un mayor esfuerzo en sus precios y reducirlos hasta los límites posibles. Si no, continuaremos viendo cómo algunas grandes empresas venden en todo un año un número ridículo de casas, algo que sólo les puede llevar al cierre.
Luis María Mirón. Periodista y profesor universitario. Director de Periodismo de la UCH-CE