
Una imagen vale más que mil palabras. El lunes, mientras las primas de riesgo española e italiana alcanzaban nuevos máximos, la canciller germana, Angela Merkel, pronunciaba una conferencia sobre el gran proyecto político que es Europa. Al día siguiente, mientras se amontonaban las órdenes de venta de deuda periférica, su ministro de Finanzas declaraba solemnemente la necesidad de modificar el Tratado de Lisboa.
La última vez que los socios de la Unión decidieron modificar un tratado tardaron varios años en hacerlo. La última vez que un broker vendió un bono del Estado tardó diez segundos. Empieza a cobrar tintes surrealistas este juego en el que los políticos van a su ritmo y los mercados al suyo.
Siempre he criticado a los líderes europeos por el poco conocimiento que tienen de los mercados en los que se financian, pero tenía la esperanza de que, con el tiempo, incluso ellos llegarían a entenderlos. No es tan difícil: les pides dinero y tienes que brindarles garantías de pago cuando surgen dudas, en este caso más que justificadas, sobre la devolución del préstamo. ¿O no tenían razón los mercados cuando empezaron a desconfiar de Grecia? Como el tiempo ha demostrado, no se trataba tanto de malvados especuladores, sino más bien de inversores de todo tipo que se iban dando cuenta de que ni las cuentas helenas ni sus políticos eran trigo limpio. Los especuladores se limitaron a levantar la perdiz.
Sólo el BCE puede calmar los mercados
Pero lo que estamos viendo estos últimos días pone los pelos de punta. Las primas de riesgo se disparan y en lugar de estar sentados en una mesa con el presidente del Banco Central Europeo preparando la entrada en la contienda de su arma más potente -la máquina de fabricar euros- Angela Merkel y Wolfgang Schäuble están dando discursos sobre integración europea. Es como si viniera un tsunami y ellos siguieran con su conferencia sobre medidas de prevención de catástrofes, totalmente ajenos a lo que se les viene encima. Los líderes europeos siguen con su fondo de rescate (en el que nadie quiere poner dinero), con la cerrazón mental alemana que no se da cuenta de que sólo el BCE tiene capacidad ilimitada para calmar a los mercados porque ilimitada es su capacidad de imprimir euros, con el egoísmo francés de no ceder a la petición de una autoridad presupuestaria europea que garantice que lo ocurrido no se repetirá jamás, etc., etc. Ellos, a lo suyo.
Señores líderes europeos: estamos en el punto de no retorno. O actúan ya y con contundencia o pasarán a la Historia como los políticos que dejaron caer el euro. Y eso le incluye a usted, señor Draghi, flamante nuevo presidente del BCE. Con el permiso de la señora Merkel, o se pone ya mismo a fabricar euros o no volverá a fabricarlos nunca.
Víctor Alvargonzález es consejero delegado de Profim, Asesores Patrimoniales, EAFI.