Firmas

Víctor Alvargonzález: El marcapasos del jefe

A más de un español se le atragantaría ayer el desayuno. ¡Resulta que éramos nosotros los que teníamos los bonos griegos! Si no ¿cómo se explica que, tras los helenos, sean los bancos españoles los más expuestos a deuda pública de, digamos, dudosa calidad crediticia? Se rumoreaba que eran los bancos galos, y ellos, erre que erre, "que no, que no somos nosotros".

Algunos dijimos que no nos salían los números: la deuda griega no puede pesar tanto en los balances de los bancos franceses. Que son muy grandes, oiga, y que mucha deuda helena la tienen los propios griegos, por no hablar de que también tenían algo los bancos alemanes, que tampoco son pequeños. No tenía lógica que ése fuera el riesgo sistémico que tanto asustaba al FMI y a los políticos europeos. Tenía que ser otra cosa, y yo aventuraba que las que andaban cargaditas eran las entidades españolas. Pero no de títulos griegos: de bonos españoles.

¿Dónde iba el dinero?

El razonamiento era el siguiente: para captar pasivo, los bancos y cajas españoles ofrecían depósitos al 3-4%, es decir, entre 2 y 3 puntos porcentuales por encima de los tipos de interés oficiales (dependiendo del periodo de la guerra del pasivo que eligiéramos). Porque créditos, lo que se dice créditos, no es que dieran muchos, así que ¿adonde iba ese dinero que captaban a mansalva? Pues a deuda pública española. Tomas dinero al 3 ó al 4% y lo colocas al 4 o incluso al 5% en bonos del Estado a 10 años. Una operación con un margen del 1% en un activo sin riesgo. Y un 1% en miles de millones es un pastón.

Alguien no debía estar en clase el día que se explicó aquello de que rentabilidad y riesgo se mueven de forma inversamente proporcional y que si los tipos de interés están al 1% y alguien te paga un 5% es porque algo hay (cuestión que deberían tener en cuenta los inversores que se lanzan a pagarés y depósitos de entidades zombies pensando que son tontos los que no lo hacen).

Y lo había: un deterioro sin precedentes de las cuentas públicas que obviamente no ha pasado inadvertido para los malvados especuladores y, como la deuda pública cotiza en los mercados -esa clase también debió de perdérsela mi genio bancario-, pues ¡toma minusvalía implícita que te crió! Pero no pasa nada. La ley no obliga a contabilizar las pérdidas hasta que se producen, así que esos miles de millones en minusvalías (implícitas), que son muchos más de los que conocemos porque -atención- el estudio se ha centrado en entidades que representen riesgo sistémico, es decir, solo en las más grandes, que además probablemente no son las más pilladas, el caso es que ahora van la UE y el FMI y dicen que por muy implícito que sea eso es muy gordo y que hay que contabilizarlo. Y se destapó el pastel.

¿Era consciente el Gobierno?

Nadie debería enfadarse. Todo ha sido muy patriótico. Tanto como la segunda parte del marrón (glacé) que ha salido del pastel, que son precisamente los bonos y créditos patrióticos. Estos títulos hay que comprarlos si quieres llevarte bien con la autoridad autonómica de turno. Y si quieres estar en la pomada hay que dar crédito a las administraciones públicas de todo pelaje.

¿Y el Gobierno? ¿Era consciente de que lo que se captaba en la guerra de depósitos no iba a financiar el sistema productivo sino a mantener artificialmente baja nuestra prima de riesgo? ¿Entienden ustedes ahora por qué en los peores momentos de la crisis de deuda soberana las subastas de papel español se resolvían razonablemente bien, aunque fuera pagando altos tipos de interés? ¡Pero cómo no iba a haber demanda si se estaban captando miles de millones en la guerra de depósitos! Además, si el presidente del Gobierno le dice a un periodista que la prima de riesgo es su marcapasos, pues habrá que cuidarlo -al presidente- no se le vaya a poner la prima a 450 y le dé un infarto. Pero no se preocupen, que al final es sólo cuestión de dinero. ¡Será por dinero! Si los europeos nos acaban de copiar el Frob, ¿de qué hay que preocuparse?

Víctor Alvargonzález es consejero delegado de Profim, Asesores Patrimoniales, EAFI.

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