
Cocinar unos huevos revueltos puede parecer una de las tareas más sencillas de la cocina, además de ser un perfecto acompañante para multitud de platos, pero la realidad es que a muy pocos les sale bien: muchas personas los cocinan como si fuera una tortilla francesa, sin embargo, aunque se puedan parecer, son dos platos muy diferentes.
Los mejores huevos revueltos son aquellos que están lo suficientemente cremosos, sin llegar a estar crudos, y esto puede suponer un auténtico reto para las personas que los intentan hacer desde casa. Si los hacemos demasiado, pueden quedarse algo secos, justo lo contrario a lo que se busca.
La realidad es que es mucho más sencillo de lo que parece conseguir este resultado, ya que, conociendo un par de trucos, en unos minutos podremos conseguir unos huevos revueltos muy cremosos, perfectos para comer de muchísimas maneras.
Temperatura y un ingrediente inesperado
Existen muchas formas de cocinar este plato, pero para conseguir el efecto deseado, no hace falta complicarse en exceso. Comenzaremos batiendo los huevos en un cuenco hasta que las claras y las yemas hayan quedado homogéneas.
Agregaremos las especias que deseemos (generalmente, sal y pimienta) y un chorro de leche. Aunque pueda sorprender este ingrediente, nos ayudará a conseguir esa cremosidad sin dejar ninguna parte de los huevos revueltos cruda.
Después, quedará verter la mezcla en una sartén (en la que previamente hemos aplicado un poco de aceite o mantequilla) a fuego medio-bajo. Para conseguir la esponjosidad deseada, debemos mover suavemente la mezcla mientras se va haciendo en la sartén, en lugar de dejar que se haga sola.
Usaremos una espátula o cuchara de plástico o madera, para no dañar la sartén mientras hacemos estos movimientos durante el proceso de cocinado. Cuando los huevos tengan la consistencia deseada, tan solo habrá que apartar la sartén del fuego y servir.