Evasión

Agua Amarga, una belleza natural y paraíso pero con fecha de caducidad: de finales de julio a septiembre se ha masificado

Agua Amarga, una pequeña pedanía del municipio de Níjar, en pleno Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar (Almería), es uno de esos rincones de costa que parecen sacados de una postal mediterránea: casas blancas, una cala de aguas cristalinas, pequeñas embarcaciones varadas y un ambiente relajado que, al menos durante parte del año, invita al descanso absoluto. Pero ojo: no todo el año es igual.

La mejor época para visitar este idílico rincón es, sin duda, la primavera y la primera parte del verano, especialmente hasta la festividad de San Juan (24 de junio). Hasta entonces, el silencio y el sosiego dominan, y es fácil entender por qué tantas personas se enamoran de este lugar. Pasear al atardecer por la orilla, tomar algo en una terraza sin agobios o leer bajo una sombrilla sin vecinos demasiado cerca, es una auténtica delicia.

Pero a partir de julio —y especialmente en su segunda quincena— todo cambia. Agua Amarga se llena. Y mucho. La playa, ya de por sí pequeña, se convierte en un hervidero de toallas, sombrillas y conversaciones ajenas: más gente que metros de arena. Algunos días, encontrar un hueco decente donde plantar la toalla es tan complicado como caminar por la calle Preciados de Madrid en Navidad o por Las Ramblas en Sant Jordi.

El problema del aparcamiento es otro clásico. Desde principios de julio ya se nota la presión, pero en agosto puede convertirse en una verdadera pesadilla. Los visitantes que llegan en coche a menudo optan por soluciones "creativas" para dejar su vehículo, lo que suele derivar en sanciones por parte de la Policía Local de Níjar, muy activa en estas fechas.

En cuanto a la gastronomía, Agua Amarga ofrece una interesante variedad, pero los precios no son precisamente populares. Además, en plena temporada alta —finales de julio y todo agosto, coincidiendo con las fiestas del pueblo que arrancan el 24— conseguir mesa en alguno de los bares o restaurantes puede requerir más paciencia que hambre salvo que decidamos el destino con prudente antelación.

Una de las novedades más destacadas es la reapertura del Asador La Chimbera, que ha dejado su antigua ubicación en las afueras para instalarse en plena playa, en el lugar que hasta hace poco ocupaba el clásico chiringuito El Playa Silvain, el dueño, mantiene un gran nivel en carnes y pescados, gracias a un producto de primera y un manejo magistral de la brasa. La calidad se mantiene, pero en temporada la demanda sube:,largas esperas, reservas complicadas y mucho bullicio.

El resto de la oferta mantiene el tipo: buenos arroces, pescados frescos y un ambiente que, aunque encantador, se vuelve algo masificado en temporada alta. Por eso, muchos asiduos lo tienen claro: mejor en septiembre. Las aguas siguen siendo cálidas, el clima amable y el bullicio, por fin, vuelve a ser un murmullo.

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