Evasión

Andrés Arconada recomienda 'Hamburgo': Jaime Lorente se adentra en el mundo oscuro y cruel de la trata de mujeres

Los que me seguís os habréis dado cuenta de que me gustan las películas arriesgadas que contengan cierto poso de realidad social. Y de pronto me doy de bruces con Hamburgo, que se estrenaba en el pasado Festival de Málaga, donde dejaron huella muchas de esas películas.

Hamburgo es el segundo trabajo de Lino Escalera, al que le debemos un debut espléndido como No sé decir adiós. En esta ocasión, se ha querido sumergir en el tema de la explotación sexual, una realidad mundial que también existe en nuestro país. Realidad que puede resultar incómoda y que nos lleva a preguntarnos si de alguna forma somos cómplices o de si podríamos exigir que esto cambiase. En definitiva, involucrarnos y no mirar hacia otro lado. Pero lo cierto es que existe y es conocida como la forma de esclavitud del siglo XXI.

Lino Escalera da visibilidad a esas mujeres explotadas en un thriller en el que el protagonista responde al nombre de Germán, apodado 'El taxista', porque es el encargado del traslado de mujeres que trabajan como esclavas sexuales en clubs de alterne. Arruinado y perdido, trata de salir adelante trabajando para Cacho, un viejo amigo de juventud que administra varios de esos locales para una mafia de la Costa del Sol. Una noche se encuentra con la oportunidad de dejar todo atrás y cambiar su vida, pero tiene que asumir mucho riesgo. Evidentemente, todo sale mal y tendrá que escapar. La misma suerte que corre una de las chicas de origen rumano que responde al nombre de Alina, una mujer llegada hasta España engañada por su novio y que sueña con la libertad. A partir de aquí el juego está servido y tendréis que ir al cine para ver el desenlace.

Hamburgo no es un thriller trepidante donde abunden las escenas de acción, sino que hay mucho suspense y un certero retrato de personajes. Aquí no hay héroes, sino personas maltratadas por la vida, auténticos perdedores con un pasado cruel y un futuro no muy halagüeño. La película respira verdad, aunque a veces cueste contemplarla como la vida misma.

Una película sin buenismo

Era necesario de un protagonista frío, débil, amargado, roto... Para ello, Lino ha contado con Jaime Lorente, uno de los mejores actores de su generación. No sólo sabe darle forma física a su personaje, sino que sabe expresar sin apenas palabras todo lo que Germán lleva dentro. El director se vale de una fotografía tan sórdida como eficaz, perfecta para la narración que nos quiere contar, y acierta, no sólo en la elección de todos los actores, a cada cual mejor, sino que se nota que conoce la historia que está contando, y eso se agradece. No hay buenismo porque en la vida, y más en ésta que nos propone, no lo hay. Soy consciente de que es un film que no gustará a todos, pero aquellos que entren, como me pasó a mí, seguro que sabrán disfrutarla.

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