Evasión

El utensilio que tienes sí o sí en casa y que es la solución para conservar correctamente el queso una vez abierto

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Si eres un auténtico amante del queso, estarás conmigo en que una buena tabla es una de las mejores opciones para disfrutar de él. Como bien dice la frase popular, uvas y queso saben a beso, aunque también es posible complementarlo con algunas porciones de embutidos. Si te has puesto manos a la obra en alguna ocasión, sabrás que para preparar estas tablas hay que ponerle mucho amor y esfuerzo. De primeras, además de estar deliciosas, también quedan ideal en la mesa. No obstante, el problema aparece cuando sobra gran parte y no sabes bien cómo debes guardarlo.

Se trata de un momento importante, ya que de no hacerlo bien, corremos el riesgo de echar a perder el queso por culpa del frío del frigorífico, que les quita sabor y los seca. Por suerte, hay un método muy sencillo que lo cambia todo y con el que podrás disfrutar pasado un tiempo de ese queso como si estuviera recién comprado.

Adiós al papel film y al aluminio

Lo que no todo el mundo sabe es que el queso es un alimento muy delicado y que para guardarlo correctamente se deben tener en cuenta un par de cuestiones. En primer lugar, hay que entender que es un alimento que "está vivo", por lo que necesita oxígeno y la humedad justa para mantenerse fresco y sabroso con el paso del tiempo.

Generalmente, cuando lo compramos viene envuelto en plástico y hay quienes se aventuran a guardarlo así en el frigorífico. Se trata de un error, ya que lo único que conseguimos es que su textura se vuelva más viscosa y genere moho. Ahora bien, ¿cómo debemos conservarlo cuando ya hemos abierto el producto?

Una de las opciones más comunes es optar por el uso del papel film o el papel de aluminio, cuando tampoco es de lo más recomendable. Aunque es cierto que con ambos podemos protegerlos del frío, no son las mejores opciones. Si lo que de verdad quieres es que se mantenga fresco y delicioso, deberás guardar el queso en un táper hermético.

Táper de queso con fresas
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El motivo de ello es sencillo, ya que al ser un recipiente cerrado no corremos el riesgo de que el queso entre en contacto con el aire frio del refrigerador. Además, con este también es posible respetar sus condiciones óptimas de oxígeno y humedad, de forma que no solo alargamos su vida útil, sino que conservamos correctamente su sabor y su textura.

Otros trucos que puedes poner en práctica

Otras opciones estupendas para almacenar el queso en el frigorífico sería hacer uso del papel encerado o de horno, ya que nos permite envolver correctamente el queso con el aire necesario dentro para que pueda respirar. También hay quienes prefieren optar por el método del paño húmedo, una idea excelente para mantener su frescura.

Si lo prefieres, también puedes optar por refrigerar el queso sumergido en aceite de oliva. Para esta opción, lo ideal sería añadir hierbas aromáticas para realzar su sabor durante el proceso.

Ahora bien, sea como sea, lo que sí o sí debes tener en cuenta es que el queso se tiene que refrigerar para ralentizar su proceso de maduración.

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