
Ubicada en el corazón del Maestrazgo turolense, a menos de 80 kilómetros de la capital, Cantavieja es uno de esos destinos que combinan historia, paisaje y autenticidad. Este pueblo, declarado conjunto histórico-artístico, es una joya del interior de Aragón que invita a perderse entre sus calles empedradas y a disfrutar de una escapada tranquila, lejos del bullicio urbano. Aquí te damos cinco razones para visitarlo.
1. Su casco histórico medieval
Pasear por Cantavieja es viajar en el tiempo. Su trazado urbano conserva la esencia de la Edad Media, con calles estrechas, casas de piedra y soportales que rodean la Plaza Mayor. En ella se encuentra la iglesia de la Asunción y el antiguo ayuntamiento, edificios que reflejan el esplendor de este enclave en siglos pasados.

2. El legado templario y carlista
Cantavieja fue una importante plaza templaria y, siglos más tarde, bastión carlista durante las guerras del XIX. El Museo de las Guerras Carlistas, instalado en un antiguo hospital del siglo XVIII, ofrece un recorrido por este turbulento pasado, destacando la figura del general Ramón Cabrera, conocido como "el Tigre del Maestrazgo".
3. Vistas de vértigo
Situado sobre un imponente peñasco a más de 1.300 metros de altitud, el pueblo ofrece panorámicas impresionantes del entorno montañoso. Desde el mirador de la carretera o el antiguo castillo, los visitantes pueden contemplar valles, barrancos y un horizonte de sierras que cortan la respiración.
4. Gastronomía con identidad
En Cantavieja se come bien y con sabor a territorio. Productos como el jamón de Teruel, el ternasco, las setas y el queso artesano protagonizan una oferta gastronómica sincera, con restaurantes que respetan la tradición y utilizan ingredientes de proximidad.

5. Naturaleza y rutas de senderismo
Rodeado de un entorno natural privilegiado, Cantavieja es punto de partida de múltiples rutas de senderismo. Desde suaves paseos por caminos históricos hasta recorridos exigentes por el Parque Cultural del Maestrazgo, es un paraíso para los amantes de la naturaleza y el turismo activo.
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