Evasión

Crítica de "Lee": Retrato de una mujer indomable con Kate Winslet en estado de gracia

Kate Winslet, en la piel de Lee Miller

El cine biográfico siempre enfrenta el reto de equilibrar el rigor histórico con la narrativa cinematográfica, especialmente cuando se trata de figuras tan complejas como la fotógrafa y corresponsal de guerra Elizabeth "Lee" Miller. En su debut como directora de un largometraje de ficción, Ellen Kuras nos entrega Lee, un retrato sólido y visualmente impactante de una mujer que desafió convenciones y documentó con crudeza los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Con una Kate Winslet magistral en el papel principal —quien también ejerce como productora— la película logra capturar la esencia de una artista brillante y contradictoria, aunque sin arriesgar demasiado en su estructura narrativa.

Una vida extraordinaria llevada al cine

Desde el inicio, Lee establece el carácter indomable de su protagonista. Miller es una mujer libre, provocadora e intelectualmente inquieta, que ha transitado por el mundo del arte y la moda antes de convertirse en una de las corresponsales de guerra más influyentes de su tiempo. La película nos la presenta en la costa sur de Francia, en una escena bañada por el sol que contrasta con la oscuridad que marcará su camino. Su vida bohemia y su relación con artistas como Man Ray, Picasso y Jean Cocteau la han convertido en una figura conocida en los círculos intelectuales, pero ella busca algo más. Con Europa al borde de la guerra, decide que su lente debe enfocarse en la realidad del conflicto, alejándose del glamour y sumergiéndose en la crudeza del frente.

Winslet encarna a Miller con una intensidad fascinante. Su voz ronca, su actitud desafiante y su insaciable curiosidad la convierten en una presencia magnética en pantalla. No teme mostrarnos las contradicciones del personaje: una mujer que bebe en exceso, que es emocionalmente hermética y que encuentra placer tanto en la fotografía como en el sexo. Su actuación es la columna vertebral de la película, aportando capas de vulnerabilidad a un personaje que, de otra manera, podría haber quedado reducido a la imagen de una mujer fuerte sin matices.

A pesar de la riqueza del personaje y del contexto histórico, Lee sigue una estructura relativamente segura. La película avanza de manera lineal, explorando el paso de Miller desde el mundo de la moda hasta el periodismo de guerra sin grandes innovaciones narrativas. Si bien esto permite una comprensión clara de su evolución, también impide que la película tenga el impacto emocional que su historia merecería.

Uno de los puntos más destacados es la relación de Miller con Roland Penrose (Alexander Skarsgård), quien se convierte en su pareja y eventual esposo. Aunque su presencia es importante en la vida de la fotógrafa, la película no se detiene demasiado en el romance, evitando caer en una trama amorosa convencional. Mucho más significativo es su vínculo con la editora de Vogue, Audrey Withers (Andrea Riseborough), quien le da la oportunidad de documentar la guerra y la motiva a seguir adelante. También es clave su amistad con el fotógrafo David E. Scherman (Andy Samberg), quien aporta un contrapunto humano y cálido en un mundo dominado por la brutalidad del conflicto.

Sin embargo, donde la película realmente brilla es en su aspecto visual. Kuras, una experimentada directora de fotografía, utiliza la luz y el color con maestría para reflejar la transformación de Miller. Los tonos cálidos del inicio se desvanecen progresivamente en una paleta sombría de beige, gris y verde militar, reflejando el peso emocional de la guerra sobre la protagonista. Esta evolución cromática, junto con la cuidada composición de los encuadres, dota al filme de una atmósfera envolvente y melancólica.

Uno de los mayores aciertos de Lee es su tratamiento del papel de la fotografía en la guerra. La película muestra cómo Miller no solo documentó el conflicto, sino que también fue testigo de algunos de los episodios más impactantes del siglo XX, incluyendo la liberación de los campos de concentración nazis. Sin embargo, su papel es más el de una observadora que el de una protagonista activa, lo que en algunos momentos puede dar la sensación de pasividad en la narrativa.

La escena final, donde un joven entrevistador se revela como alguien fundamental en la vida de Miller, aporta un giro emotivo que da mayor profundidad al relato. Es en estos momentos donde la película logra trascender su estructura convencional y conmover genuinamente al espectador.

Lee es un retrato convincente de una mujer adelantada a su tiempo, impulsada por su arte y su insaciable deseo de comprender el mundo a través de su cámara. La dirección de Ellen Kuras es precisa y elegante, mientras que Kate Winslet ofrece una de las interpretaciones más poderosas de su carrera. Sin embargo, la película no arriesga en su enfoque narrativo, lo que impide que su impacto sea aún mayor.

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