Evasión

Miguel Díaz, arquitecto del 'nuevo' Palace: "Cuando rehabilitamos patrimonio hay que preservar la esencia. Mi ego lo tengo guardado en casa"

The Palace, a Luxury Collection Hotel, Madrid

Todas las personas que han formado parte en la remodelación (de dos largos años) del ahora llamado The Palace, a Luxury Collection, Madrid (antes The Westin Palace) coincidieron desde el primer momento en que el objetivo de la reforma debía ser devolverle al edificio, que ya es patrimonio de la capital, su historicismo y esencia con una minuciosa "labor arqueológica", tal y como lo describe Miguel Díaz, del estudio de arquitectura Ruiz Larrea y responsable del proyecto en el que se han invertido 90 millones de euros.

"Ha sido un trabajo muy minucioso, en el que hemos tenido que hibridar el pasado con las últimas tecnologías para devolver una de las joyas principales de Madrid", explica Díaz en la presentación del nuevo hotel, donde hace especial hincapié en el delicado y metódico trabajo que ha habido detrás de la reconstrucción de cada pieza, pero en especial de la icónica cúpula de El Palace: "El paso del tiempo había deteriorado mucho las piezas de la cúpula, hicimos una catalogación 1.870 piezas que eran patrimonio protegido, pero en total restauramos más de 3.000 piezas", detalla.

De hecho, una de las partes que más tensión despertó en el arquitecto en estos dos años fue la de trasladar las piezas más deterioradas hasta Barcelona para restaurarlas de la manera que se necesitaba desde allí. "Se trata de piezas únicas en el mundo de valor incalculable. La cúpula en realidad es una carpa de circo, y hemos tenido que realizar un larguísimo proceso de documentación para poder llegar hasta donde queríamos, que era al valor de lo antiguo de este hotel".

Otra de las partes más anecdóticas de la remodelación fue la del color de la fachada. Retiraron hasta 17 capas de pintura hasta que encontraron "un color terracota", y fue cuando pararon máquinas y mandaron a analizar los materiales para descubrir de qué momento histórico se trataba. Aquí, rebobinaron hasta el año 1912, ya que han logrado recuperar el color de la fachada de la fecha de su creación tras más de 30 pruebas. "Cuando rehabilitamos patrimonio hay que preservar la esencia. Mi ego lo tengo muy guardado en casa y lo importante es saber a qué momento histórico corresponde este edificio".

Lázaro Rosa Violán, a cargo del diseño de los interiores, también destacaba la complicada labor de conjugar tradición con nueva tecnología en cada una de las patas de la reforma. "El proceso de diseño de interiores ha sido parecido al de arquitectura, ha habido un proceso de arqueología urbana. Había que batallar una línea de trabajo para la propiedad de El Palace y había que entender que no era una pieza más, que trabajamos con otros principios. El objetivo no era renovarlo, sino devolverle su pasado", explicaba.

Así, el diseño de interiores del nuevo hotel busca crear un ambiente que rinde homenaje a las figuras más representativas que se hospedaron en el hotel, como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Ernest Hemingway. Las 470 habitaciones y suites reflejan la elegancia de Madrid, con detalles como papeles pintados a mano inspirados en el Parque del Retiro y mosaicos que recrean el Real Jardín Botánico.

La nueva uniformidad sigue la misma filosofía. Juanjo Oliva ha sido el encargado de esta parte, y para el diseñador era importante "hacer una uniformidad moderna que devolviera ese aspecto antiguo, ese patrimonio que tiene el hotel. Me parecía triste no utilizarlo".

"En hostelerÍa se ha perdido la idea de que la gente que trabaja tiene que representar la imagen de la marca, aunque parezca un poco retro, son cosas que funcionaban. Intervenir en esa parte del legado y hacerla funcional ha sido un reto y una maravilla de trabajo", reconocía Oliva, que añadía que lo que le hacía sentir más orgulloso era que hubieran pensado en él para participar en lo que siempre había sido su sueño.

Un destino gastronómico

El hotel también ha revitalizado su oferta culinaria con la incorporación de La Cúpula, un restaurante de cocina moderna que conserva el carácter histórico del lugar. El espacio se destaca por su estructura de vidrio original, bajo la cual se sirven platos que combinan tradición y creatividad, como la famosa ensalada Waldorf de Picasso y el steak tartar de Julio Camba. Por su parte, el 27 Club, que homenajea a los poetas de la Generación del 27, ofrece una coctelería única que rinde tributo a los clásicos de la época de la Ley Seca.

El portugués Pedro Fonseca es el Director de Alimentos y Bebidas y portugués también es el chef ejecutivo, Nuno Matos: "Otorgamos toda la importancia que se merece a los productos nacionales y, sobre todo, a los locales. Por eso, he logrado tejer una red de proveedores que, realmente, representan la cocina que queremos ofrecer", explicaba Fonseca. La carta la forman recetas clásicas, algunas sin modificaciones, ya que maravillan a todo madrileño, y otras a las que el cocinero aplica su propio sello.

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