
Tras casi dos años inmerso en una remodelación e incorporarse a la cadena The Luxury Collection de Marriot, The Palace Hotel Madrid (marriott.com) regresa con una clara inspiración en los felices años 20 con un proyecto de interiorismo de Lázaro Rosa-Violán. Lo hace con dos nuevos conceptos gastronómicos: La Cúpula y 27 Club, dos destinos que reinterpretan el legado del hotel al fusionar historia, arte, cultura y gastronomía.
El portugués Pedro Fonseca es el Director de Alimentos y Bebidas y portugués también es el chef ejecutivo, Nuno Matos: "Otorgamos toda la importancia que se merece a los productos nacionales y, sobre todo, a los locales. Por eso, he logrado tejer una red de proveedores que, realmente, representan la cocina que queremos ofrecer", dice Fonseca. La carta la forman recetas clásicas, algunas intocables, ya que entusiasman a todo madrileño, y otras a las que el cocinero aplica su propio sello.
La icónica cúpula de cristal ha sido totalmente restaurada vidrio a vidrio y la espectacular lámpara Art Decó con forma de palmera luce espectacular. Aunque, la absoluta protagonista es la gran barra, que se sitúa bajo ella y que redefine un escenario que, desde hace más de un siglo, escribe la historia de esta ciudad. Es el punto de encuentro que revive el glamour de otra época, reinventado con gustos contemporáneos y una energía renovada, en el que los viajeros más exigentes se mezclan con visitantes y locales: "Para mí, es muy importante el cliente local, que se sienta feliz con el regreso del Palace, pero también queremos estar preparados para dar la bienvenida al turista, ya que Madrid es un destino gastronómico internacional", prosigue.
La gran diferencia entre el antiguo y recién estrenado hotel es el bar, que se encuentra bajo la cúpula: "Queremos que sea un bar muy 'lifestyle', que esté lleno de gente, que los comensales lo pasen bien y disfruten de una buena experiencia. Por eso, damos mucha importancia a la música, de ahí que hayamos invertido en un perfecto sistema de sonido. Si éste tiene movimiento y está lleno, el restaurante que lo rodea también lo estará", continúa.
Una suculenta carta llena de recetas clásicas y atemporales
La propuesta sugiere recetas atemporales clásicas, como el solomillo Wellington y el steak tartar, uno de los platos favoritos de Julio Camba. También, merece la pena probar el pulpo gallego con ajo blanco de piñones, el carpaccio de carabinero con limón, azafrán y cilantro, el bogavante a la brasa, el entrecot madurado con mojo verde y pimientos de piquillo asados y los tagliatelle con alcaparras, almendras, limón y queso parmesano.

Siempre hay un momento idóneo para rendir tributo al tapeo y compartir unas gildas, las croquetas de jamón y bacalao, las anchoas con mantequilla de algas y el bikini de jamón ibérico. En la copa, creaciones del barman Francesco Mazzocca, como el Beautiful Dora, en honor a Dora Maar, la mítica pareja de Picasso, uno de los ilustres huéspedes.
27 Club, el punto de encuentro para artistas y amantes de la coctelería
En cuanto al segundo concepto, 27 Club, es lo que era el 1912 Museo Bar, donde se guardaba el legado histórico del hotel. Según palabras de Fonseca, "es un espacio exclusivo y elegante, que rinde homenaje a la generación del 27, ya que en él se reunían, a principios del siglo XX, Lorca, Buñuel y Dalí, entre otros". En definitiva, trata de ser un punto de encuentro para una nueva generación de artistas y para los amantes de la buena coctelería, ya que encontramos tras la barra a Mazzocca, autor de combinaciones como el 1912 John Collins y del Dali Cobbler, inspirado en el Cobbler, una de las bebidas que ayudó a difundir la popularidad de las bebidas frías americanas en la década de 1830.

La propuesta de destilados es amplia y para picar destacan las ostras de Normandía con crema de piparra y caviar, el carpaccio de ternera y trufa y el pastel de mejillón, los blinis con caviar y nata agria y el perrito de pulpo a la brasa.
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