Lo que dos carniceros afirman sobre el pollo blanco y el amarillo: "Si lo vas a comer así, se nota la diferencia"

Una de las eternas preguntas que nos acechan cada vez que vamos al supermercado a comprar es: ¿vale la pena gastar más y comprar pollo de corral o con el pollo blanco será suficiente? Otra, ¿en qué se diferencian? Realmente, más allá del precio, el del amarillo más elevado, la distinción se debe principalmente a la alimentación de los animales y el lugar donde viven. El amarillo, alimentado con maíz que le aporta ese color, es criado en semi-libertad, mientras que, por lo general, el blanco está encerrado en una jaula donde el movimiento es limitado.

¿Cuál es el mejor?

Dos carniceros de la familia Etxezarreta han hecho la comparativa entre ambos y han respondido a la pregunta: "¿Merece la pena pagar más por comer alitas amarillas y no blancas?". Para ello, han cocinado de la misma manera el pollo blanco y el amarillo, y ellos dos tienen claro cuál es el mejor.

Es preciso apuntar que el color no implica diferencias en la calidad de la carne, pero sí puede haber variaciones en el sabor y en la textura. Lo primero que notan ambos es que, así en crudo, cuesta más partir las alas amarillas, ya que "son más consistentes". Mientras los cocinan, la pareja de carniceros también explica que las alas blancas tienen tendencia a tostarse menos, ya que tienen un porcentaje de agua mayor.

Todo depende de la receta

Una vez se enfrían comentan que "las amarillas tienen mucho más sabor", mientras que las blancas "están más tiernas y son más fáciles de comer".

Ahora bien, ¿la diferencia se corresponde también con el precio? Pues todo depende de la receta que se vaya a cocinar. Ambos sentencian que si la idea es simplemente freír el pollo y comerlo tal cual, entonces sí se nota. Pero si le vas a agregar algún tipo de salsa, condimento o vas a macerarlas, entonces mejor el blanco. "Si vas a desvirtuar todo el sabor de la propia ala, del propio pollo... pero así, a pelo, es donde se ve", concluyen.