
En los pueblos de España se puede disfrutar de rincones únicos en los que hacer una escapada tranquila con paisajes espectaculares, pero en todos hay lugares envueltos con un halo de misterio que espera a que los descubras. Es el caso de Brihuega, un pueblo que se ha hecho muy popular en los meses de verano, donde se puede pasear por su entorno natural y sus espectaculares campos de lavanda.
Se ha hecho tan popular que turistas y curiosos buscan esta esencia durante todo el año en tiendas especializadas en perfumes, geles, aceites o hasta licores que se preparan con lavanda. El entorno que rodea el pueblo es un espectáculo digno de ver por sus varias fincas repletas de esta planta que, durante su época de floración, dejan uno de los paisajes más bonitos de todos. Pero no hace falta salir del pueblo ni estar en verano para descubrir un secreto que, a primera vista, permanece oculto en la misma plaza del pueblo.

Y es que, el conocido como El Jardín de la Alcarria, es una joya de la provincia de Guadalajara que combina la belleza natural con un rico patrimonio histórico. Entre sus tesoros menos conocidos se encuentran las cuevas árabes, un entramado de galerías subterráneas de aproximadamente ocho kilómetros para adentrarse en el pasado medieval del pueblo.
Se encuentran situadas bajo el casco histórico y son uno de los legados más emblemáticos de la localidad. Su origen se remonta a los siglos X y XI, en época musulmana, pero estas galerías han estado en uso a lo largo de los siglos con fines muy dispares.
Con una temperatura constante todo el año que va de los 13 a los 14 ºC, una de sus funciones principales ha sido la de ser utilizados como almacenes para conservar los alimentos. A parte de este práctico almacén, también ha sido una zona para ocultarse en tiempo de guerra o incluso escapar de la ciudad con escondites estratégicos y puntos de conexión en distintos edificios locales.
Aunque muchas de las galerías han sido acondicionadas para permitir a los visitantes que echen un vistazo al pasado, solo se puede acceder a un total de 500 metros y el resto de estancias permanecen cerradas, o incluso algunas zonas inexploradas.
Aquellos que quieran visitar estas galerías descenderán por cuevas en las que observarán detalles como arcos, nichos y marcas en las paredes. La entrada, con un precio de 3 euros por persona, se encuentra en la Plaza del Coso en el mismo casco urbano.
Pero estas cuevas no existen de forma aislada; están estrechamente vinculadas con otros monumentos de Brihuega, como el Castillo de la Piedra Bermeja, una fortaleza que también data de la época musulmana. La conexión entre las estructuras subterráneas y las defensas del castillo muestra cómo se integraron estos elementos para proteger a la población. También se cree que algunas de las cuevas se utilizaban para conectar importantes puntos estratégicos del pueblo, como iglesias, casas nobles y zonas comerciales, haciendo de Brihuega un ejemplo de urbanismo medieval avanzado.

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